viernes, 31 de mayo de 2019

La Evita de Elena


Una cantante de ópera entiende lo que canta.
Entiende la música.
Entiende al personaje.
Entiende la obra.
Entiende cada canción.
Puede tener un entendimiento tan profundo como lo permita su entendimiento.
Ese entendimiento es una creación.
Es entendimiento como lectura, como interpretación.
El modo en que actúa y el modo en que canta son la expresión de esa interpretación.

Cuando la vi y la escuché caracterizando a Edith Piaf, me fascinó Elena Rogers.
Estaba a la altura de Edith Piaf.
Luego la escuché personificando a Eva Perón.
La había entendido, leído, la interpretó.
¿Qué vio en Eva?
En su interpretación, Eva aparece poderosa, revoltosa, revolucionaria.
Como decía Perón: “desaforada”.
La Eva de Elena Rogers tiene la autoridad que le concedía defender a los que siempre fueron humillados y siempre lo serían, si alguien no se alzaba como un incendio.
Cuando escuchás la interpretación que hizo Elena Rogers de Eva, comprendés el odio que le tuvo, le tiene, la oligarquía, hoy en el Gobierno, con la aprobación mayoritaria de los argentinos.
El odio a que los señalara con un cuchillo, los acusara y los amenazara con matarlos por humillar a los chicos.
Eva, que le decía a los chicos: “vamos a hacer un país en que ustedes sean felices, en que no estén condenados a envidiar a los ricos”.

Posiblemente Elena Rogers no coincida con esto.

En tal caso, yo le pido disculpas y le admito que este es mi entendimiento de su interpretación.






56 años



Tengo 56 años.
Los chicos ya vuelan. Todavía se los mira, por las dudas, pero ya no se caerán.
Están bien.
Te vienen a visitar.
Vamos a visitar al Viejo.
No puedo pensar en algo más lindo que cuando tomamos unos mates con los chicos.
¿Qué más se puede querer, en la vida?

Los espejos



¿Qué piensa de vos tu hermano?
¿Qué ven en vos los clientes que atendés en la panadería?
¿Qué idea se hace de vos cuando te escucha tu psicoanalista?
¿Quién sos para tu ex?
¿Qué piensa tu hijo que pensás?
¿Qué sos para tu perro?
¿Qué cree que sos esa señora que te mira un poco torcido en el vagón del tren?
¿Quién cree que sos el gerente de la empresa en la que trabajás?

Cada persona con la que tratás es un espejo.
Se hace una imagen de vos y te la devuelve.
Sos la arquitectura de la suma de las imágenes que los demás tienen sobre vos. Algunas imágenes quizás son enormes, otras pequeñas; unas centrales, otras marginales; algunas convergen, otras se contradicen. Las hay de todos los tamaños y están ubicadas en diferentes lugares.
Y esa forma que sos, es siempre cambiante. Sos una identidad fluida.

Algunos te expresan mucho la imagen que tienen de vos, otros se la guardan.
Algunos tienen opiniones que te parecen acertadas, otros te parece que se equivocan notablemente.
Otros te hacen observaciones lúcidas que te aportan mucho.
Algunos tienen opiniones negativas, crueles, que te resultan devastadoras. Te desactivan.
Otros, quizás apenas, quizás entre otras imágenes, te muestran que sos alguien que vale mucho, que le sos insustituible, sos fecundo, lo hacés vivir.

Y vos elegís cuál es la arquitectura de los espejos que te rodean.

Nadie es del todo una víctima.



lunes, 27 de mayo de 2019

Sole, la hermana de Juan



Me encontré con un amigo de la primaria, Juan Delfedele. Mi hermana Anita seguro lo recuerda. Charlamos con una confianza notable. Cuando dejamos de vernos yo pensé que se haría tornero, o panadero, tal vez pondría una imprenta. Se hizo artista. Escultor. Vive de las estatuas que le encargan y de dar clases en escuelas.
“¿Quién hace algo por mí?”, me preguntó. “Sole, la menor de mis hermanas. Siempre fui su héroe.
“Nadie más me favorece”.
Dijo que sólo ella piensa en él para él. Observa cómo está, cómo va su vida, cómo está con su trabajo, con su pareja, con sus amigos, con su salud. Dónde vive, cómo vive, su casa, el barrio. Le pregunta, lo escucha. Si tiene problemas, le pregunta, hace lo posible por ayudarlo.
Evalúa sus cosas y hace cosas para que esté bien. Le festeja el cumpleaños, le regala tickets de descuento, a veces cuando compra algo, compra para él también.
“Lo hace porque es mi hermana. Pero no sólo porque es mi hermana. Me quiere”.
Chupa lentamente el mate y filosofa: “hay personas que hacen casi todo lo que hacen para sus hijos. Muchas porque son sus hijos. O sus padres, porque están viejos, o enfermos. No tienen esa otra cosa que tiene Sole”.
“¿Qué tiene?”, le pregunto.
“Favorecer más allá de lo que se supone, más allá de la orden, del mandato familiar, marital, tribal, más allá de cualquier mandato. Hacer algo por puro amor.”




viernes, 24 de mayo de 2019

Tibet




No pegué un ojo en toda la noche. Más vale que el frío ayudó, pero era previsible, después de haber recibido antes de acostarme la noticia de que una amiga en China está haciendo fuerza para que me inviten a una convención en el Tibet.
No depende mucho de mí. Todo lo que podía hacer para ir, lo hice. Ahora está en manos de los dioses y de las plegarias de los amigos que me quieren bien.
Lo digo así tranquilo ahora, pero anoche no me dejaba dormir el tema. 
Y volviendo al frío, uno se acostumbra a que la buena vida en la ciudad lo consienta. Está muy bien, sobre todo para la gente que no tiene otra cosa. Pero el que se ablanda, le conviene no quedarse fofo. Cada tanto, le conviene endurecerse un poco.
El frío anoche fue bravo. No  alcanzaba dormir vestido y no alcanzaban las frazadas. 
Por ahí tenía la bolsa de dormir que me regaló mi vieja hace años. Mientras temblaba tratando de dormir, recordaba que nunca tuve frío adentro de esa bolsa, ni siquiera a la intemperie en la montaña. Mi mamá me tenía un amor poderoso. Empecé a pensar en la ropa que ella me regaló y aún uso, después de su muerte. Casi todas están viejas ya. Así va desapareciendo mi mamá. 
Cuando yo hubo luz afuera, me levanté y salí. Hacía frío, pero no era el frío que me había atacado en la cama. 
Hice un fuego. Me cebé unos mates, que fui tomando lentamente, mientras miraba cómo el humo iba hacia el sol que estaban naciendo entre los pinos, reflejado en el arroyo.
Si me sale el viaje al Tibet, podría llevar la bolsa de dormir que me dejó mi mamá, pensé. 

miércoles, 15 de mayo de 2019

Ester


Vivíamos todos en la misma casa.
Yo observaba a mi tía Ester. Todos tenían grandes personalidades y ella pasaba desapercibida. Nada de lo que hacía era para que los demás lo notaran. A la mañana se levantaba temprano, iba sola a la cocina, se hacía un mate y tomaba. Tomaba sola. No muchos mates, cuatro o cinco. Chupaba de la bombilla un poco abstraída, mirando por la ventana de la cocina. Un día fui a ver, para averiguar qué era lo que ella observaba, y no encontré nada interesante. Un pedazo del patio, el gallinero, más allá el campo. Lo interesante era dónde ella tenía la mente.
Muchos años después, cuando yo vivía solo en una ciudad muy lejana de aquella casa del campo, en un pequeño departamento muy oscuro, de techo muy alto, en un país en el que casi nunca había sol, me acostumbré a encontrar cada mañana al levantarme, un vaso con agua en mi escritorio. Las primeras veces me desconcertó, trataba de recordar en qué momento me había despertado de noche y llevado un vaso hasta ahí, intentaba recordar las circunstancias, qué había hecho, si había hecho alguna otra cosa. Me preocupaba no recordar nada. Entonces, un día se me ocurrió que quizás era mi tía Ester. Verla sentada en mi escritorio con el vaso en la mano me parece mucho más real que mi vida en aquella ciudad.


viernes, 10 de mayo de 2019

Más allá del Hombre de Pekín



El desplazamiento del centro de gravedad cambia la forma de un cuerpo, e incluso puede provocarle un movimiento de revolución.

Un manual de la historia de China editado por una editorial del Estado chino que publica entre 6300 y 6800 títulos al año e imprime unos 18.000 ejemplares por día, comienza así: "No hay evidencias de que el ser humano haya llegado a China desde ningún lado".

Mi papá —chino— me dijo: “los americanos son originalmente chinos”
— ¡Pero la Ciencia, pero la Ciencia! —le gritaba yo, y él:
— ¿Cuál ciencia? ¿La que inventaron los europeos para demostrar que son lo más alto de la Creación?







martes, 7 de mayo de 2019

Rosita y Eva



Mi tía Rosita no sabe nada de política. Recuerda que cuando era chica Evita era muy buena, y muy brava defendiendo a los humildes, como su familia. Recuerda que su mamá la amaba. Ella, que ahora está viejita, la ama igual. Siempre le regalo una foto de Evita y ella le sonríe, le toca la cara en la foto, con sus dedos torcidos, y le da un beso.

Llovió en las islas



Llovió en las islas y los colores se afirmaron más intensos, velados por la humedad, que se transforma en una niebla muy tenue.
Los mosquitos se sienten más dueños del mundo.
Apenas para la lluvia los pajaritos ya andan como los chicos que se despiertan y ya se ponen a jugar mientras los grandes aún duermen.
Todo está más quieto.
Sólo un avión remoto y el motor insoportable, tan ansioso, de la lancha colectivo escapa al silencio que se hace cuando los árboles y la tierra mojada absorben todo el sonido.
Todo es olor a fresco, a agua fresca y a tronco de sauces.
Y a las sábanas todavía, y al mate.











jueves, 2 de mayo de 2019

Chavos



¿Viste cuando te fuiste de vacaciones a un lugar, al que llevaste para gastar, ponele 600 dólares y ya te estás volviendo y te quedan 50, pero si te quedaran 40 o 30 los quemarías igual?
Bueno, eso es lo que siento con los años que me quedan.

Hasta hace poco me quedaban infinitos, ahora me quedan como los caramelos de vuelto que te da el chino del supermercado: no importa cuántos son.


Es tan fácil odiar



Con deseo y tiempo, la estructura elemental que establece que unas personas son superiores a otras, deviene progreso.

El progreso permite que quienes hoy son inferiores, mañana puedan ser superiores.

La idea del progreso suele materializarse con el rechazo de los superiores a los inferiores.

Como el progreso es dinámico y es motorizado por el deseo, también aquellos que quieren ser superiores rechazan a quienes consideran inferiores.

Ese rechazo muchas veces toma la forma del odio.