domingo, 25 de abril de 2010

El pibe Borelli

Yo lo tengo al pibe Borelli, que es uno de esos jugadores que nacieron finos. Todo lo que hace tiene calidad. Es rápido sin apurarse, tiene la mejor solución para cada problema, usa toda la potencia que tiene sin ser violento, no hace más de lo necesario. Y lo que hace, lo hace con elegancia, con precisión, con gracia. Por eso lo quiero matar cuando en los partidos se desaparece. Se ubica donde no puede participar de la jugada. No sé qué le pasa. Creo que tiene miedo de arriesgar el prestigio —se cree que es lo único que tiene. Si se metiera en las jugadas, si jugara, quizás no esté a la altura de lo que se espera de él, y si defraudara no quedaría nada de él. O le dolería demasiado. Cuando le digo “o jugás o no entrás a la cancha”, lo mata la lucha interna, porque necesita jugar para existir, pero si juega corre el riesgo de dejar de existir. Me vino a decir que no convierte pero que aporta al juego. Le dije que no se engañara, que lo que tiene es cagazo. Lo jaqueé. Entonces intenta entrar en las jugadas, pero es lastimoso. Hace las cosas sin pensar, pierde la pelota estúpidamente, intenta gambetas que sabe que no le van a salir, patea al arco a destiempo cuando tiene muchas opciones mejores y manda la pelota a cualquier parte, no se entiende con los compañeros. Es la cara opuesta de él mismo. No sé qué voy a hacer con él.

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