Como toda persona fuerte, mi hija Irina tiene fe en lo
que puede hacer en el futuro.
Lleva como diario un cuaderno de frases.
Siempre que una persona anota una cita es porque
encuentra dicho afuera, lo que tiene adentro.
Hoy hablamos de este pasaje de El Señor de los Anillos.
— No puedo hacer esto, Sam.
— Ya lo sé. Está mal. Ni siquiera deberíamos estar aquí.
Pero aquí estamos. Es como en las grandes historias, Señor Frodo. Las
verdaderamente importantes. Siempre estaban llenas de oscuridad y peligro. Y a
veces uno no quería saber el final... Porque, ¿cómo podía ser un final feliz?
¿Cómo puede volver el mundo a ser como antes después de tantas cosas malas?
Pero, al final, es sólo algo que pasa... esta sombra.
Sam miró al horizonte, hizo una pausa y prosiguió:
— Hasta la oscuridad debe pasar. Llegará un nuevo día. Y
cuando brille el sol, brillará con más claridad. Ésas eras las historias que
recordabas que significaban algo, aún cuando eras muy joven para entender por qué.
Pero creo, Señor Frodo, que ahora sí entiendo.
Miró a Frodo con ojos brillantes.
— Ahora sé que la gente en esas historias tenía muchas
oportunidades para volverse atrás, pero no lo hacía. Seguía adelante porque se
estaba aferrando a algo.
— ¿A qué nos estamos aferrando, Sam?
— A que existe la bondad en este mundo, Señor Frodo. Y que
vale la pena pelear por ella.
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