jueves, 5 de diciembre de 2013

Los deseos de los otros


Estoy convenciéndome de que los deseos de las demás personas influyen muchísimo en la vida de uno. Antes me causaban rechazo quienes decían que la envidia daña, por supersticiosos, por ignorantes. Ahora me pregunto si no habría alguna sabiduría en esa sospecha.
Antes me parecía una maldad impotente que alguien le deseara el mal a otro; ahora si veo que alguien perjudicado por un canalla le desea una enfermedad horrible, tiendo a creer que el canalla no se la llevará toda de arriba.
Antes rezar me parecía nada más que un acto de autosometimiento masoquista y ridículo. Pero desde hace un tiempo me viene el recuerdo de mi tía Irma gastando un par de horas largas cada noche, en las que repasaba la vida de sus familiares y algunos amigos, y deseando que cada uno se encaminara bien, que Dios lo ayudara, le diera fuerza, que fuera inteligente, que tomara decisiones sabias, que tuviera suerte; recuerdo eso y me parece que no es lo mismo, para alguien que andaba más o menos, que mi tía rezara por él o que no.

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