sábado, 19 de abril de 2014

Entró en los mapas de la muerte


Si quisiera agradecerle a García Márquez algunas cosas que escribió, mejor lo hubiera hecho antes de que muriera.

Hablé con él una vez dos palabras. Me pareció un fanfarrón latinoamericano, de esos que necesitan mostrar todo el tiempo que tienen una gran poronga. Pero fueron dos palabras.

Si le hubiera agradecido creo que le habría mencionado la sintonía que sentía mi madre entre su imaginación y la fantasía de la superstición que a ella la hacía feliz, legada de su origen gallego. Le habría recordado que el final de Cien años de soledad me produjo el más vívido y urgente momento de lector. La diría que siguen vivos en mi experiencia la nena que llega de la mano de su mamá al pueblo del bochorno seco, Esteban, la adolescente prostituida, el ángel en el gallinero, la pareja que no podía dormir porque el pueblo se llenaba de olor a rosas, el mellizo gordo y la amante que lo esperaba mientras diluviaba, Memé, los gitanos, Úrsula Iguarán maquillada de payasito y puesta a dormir en una caja de zapatos, el sonido de los huesos dentro de la pared. Le habría contado que un día, ya grandes, descubrimos con Pablo Makovsky que en la primera adolescencia, sin saber que el otro estaba leyendo el mismo libro, nos la pasábamos tomando un tazón de café sin azúcar como hacía el coronel Aureliano Buendía.

No publicaría esto hoy si García Márquez se mereciera el silencio, pero en cambio se ganó el penoso castigo de las plañideras sin cabeza, porque fue lo que cultivó a partir del momento en que decidió bastardear su obra y comenzó a hacer editar textos escritos con aquellas características que el mercado celebraba de sus primeros relatos.

Pedro Perucca rescata esta impecable frase de Saer: "Creo que perdió sus referencias. (...) Tiene un territorio comercial que defender y eso me parece que ha viciado un poco su literatura. dicho esto, yo no tengo ninguna animosidad personal contra García Márquez y le deseo que continúe con los éxitos con los que ha comenzado su carrera por mil años más. Pero yo me permito desinteresarme de sus productos".






PS. Hay también este comentario de Passolini de 1973, que es arrasador: http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/04/gabriel-garcia-marquez-un-escritor.html




1 comentario:

  1. Claro, nosotros no podemos despegarnos del todo. Al menos de la mano de GGM vino Faulkner y nuestras charlas a los 19 años. Tu cita de Pasolini es exactamente lo que escribió Pauls el domingo: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-9671-2014-04-21.html

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