A veces, considerando un poco las circunstancias, hay que
soltar la tristeza, dejarse estar triste,
permitir que la tristeza lo mantenga a uno aplastado contra el piso como
si a la gravedad le hubiera dado un ataque.
A veces hay que soltar la depresión, quedarse callado y
permitirse no desear nada.
No es necesario estar siempre reprimiendo el malestar, la
bronca y hasta las ganas de pegarse un tiro.
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