domingo, 6 de octubre de 2019

Serpientes



Hay un principio de no injerencia en los asuntos internos de otros y hay otro principio de solidaridad, que se materializa en la intervención cuando un fuerte abusa de un débil.
Podrían ser principios contradictorios.
Quizás un Estado deba tomar posiciones conjugando el antagonismo.
El recibimiento en 1980 de Deng Xiapoing al genocida Jorge Rafael Videla, cabeza de serpiente de la dictadura militar establecida en Argentina en 1976, resulta indigerible, por mucho que celebremos el respeto de China por lo que pasa en el interior de los países con los que hace negocios.
Luego, a aquellos chinos que viven en Argentina y se plantan como fascistas, les recordaríamos que Videla, lo mismo que el resto de los golpistas y también de los elegidos en el marco de la ley, que gobernaron para la oligarquía local, son la misma calaña que la Revolución encabezada por Mao le sacó de encima al Pueblo chino.
O sea, que no festejen que en otros países manden los que ellos echaron a patadas por explotadores, abusadores y parásitos violentos.






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