miércoles, 12 de abril de 2023

Mapleton

Mi padre vive desde hace cuatro años en Mapleton, un barrio del sur de Brooklyn, a una hora de subte del centro de Manhattan.


Desde el siglo XVIII, al surgir Mapleton, sus casas eran parte del pueblo de New Utrecht,  y en 1989, como todo Brooklyn, pasó a formar parte de la ciudad de Nueva York.

En la década de 1920 la congregación Tiffareth Israel construyó una sinagoga y una escuela. La comunidad judía, de ortodoxos y jasídicos, pobló Mapleton, en parte porque allí tenía su cementerio, el Washington Cemetery, que había sido establecido en los 1850s. Es el mayor cementerio judío de Nueva York y fue construido por judíos alemanes. A Mapleton fueron luego llegando judíos del Imperio Ruso y de países de Europa oriental.





Los judíos no estaban solos en el poblamiento de Mapleton: también estaban los italianos. Los judíos, con su cojonudo cementerio, no necesitaban mostrar que hacían pata ancha en el lugar, pero los italianos plantaron bandera, propiamente con banderas verdes, blancas y rojas, y con símbolos católicos: cruces, santos de yeso, vírgenes, ángeles. Aún lo siguen haciendo.







Sin embargo, sería inventar un conflicto decir que esta insinuación de rivalidad va más allá de esos símbolos en los pequeños jardines que dan a la calle. La convivencia es pacífica, en este barrio residencial, de casas para una o dos familias, sin grandes edificios ni centros comerciales, ni aglomeraciones.

Mi padre no es ni judío ni italiano. Es parte de la llegada, silenciosa pero firme, de chinos. Los chinos no necesitan ni cementerios ni blasones de identidad. Antes bien, tratan de pasar lo más desapercibidos posible. Se los descubre por su delatora fisonomía y por sus comercios, y sus sinogramas, que no abandonan. En el frente de sus casas no existe el mínimo detalle que permita descubrir que son casas de chinos, pero en la salida de las estaciones de subte de Mapleton en las horas pico, los chinos son una mayoría algo abrumadora.





La pandemia comenzaría a tirar abajo los precios de las propiedades en este barrio. Un judío jasídico le dijo a un reportero del New York Times que su casa se había devaluado un 35% – pero que no se iba porque el dinero no es todo en la vida: “este barrio tiene todo lo que necesita para vivir un judío ortodoxo, la escuela para los chicos, los comercios, los restaurantes kosher, todo. Aquí están mis padres, los de mi mujer, mis hermanas, mis tíos, y los veo todos los días”.



Las casas para una familia cuestan un promedio de 600.000 dólares y el alquiler de una propiedad de dos habitaciones ronda los 1600. Los precios no terminaron de caer, sino que por el contrario, comenzaron a subir, por la demanda de los chinos.

Luego hay “hispanos”, o latinoamericanos, principalmente de México y Centroamérica, no concentrados, sino como están distribuidos de forma pareja en todos las grandes ciudades.




Alguien explicó que era incorrecto describir a la sociedad norteamericana como un “melting pot”, un tarro de mezcla, porque es un ”salad pot”, una ensaladera, en la que cada ingrediente, aún mezclado con los demás, conserva sus características. LosWASPs – anglosajón blanco y protestante– , que se creen los auténticos dueños del país (como si hubiera estado desierto cuando llegaron) consideran a los inmigrantes, judíos, italianos, chinos, latinos, como invasores y éstos reaccionan afirmando su identidad. 

En Mapleton no hay WASPs  y los inmigrantes conviven sin problemas.







 


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