jueves, 19 de julio de 2012

Sin remedio



A una amiga le gustan los hombres con cara de hijo de puta —“y si son hijos de puta, más”.

A un amigo le gustan las personas feas. Lo derriten de ternura.

Otro amigo tiene una debilidad por los que intentan con todas sus fuerzas, ponen todo lo que tienen en lo que hacen, y fracasan.

Un caso similar es el de otra amiga, que me dijo que le encantó la máxima “me cae bien la gente que no busca caer bien”, pero con el tiempo le dio esta vuelta de rosca: le empezó a caer bien la gente que quiere caer bien y queda en ridículo. “Amo los patéticos, aunque no les dejo que lo sepan”.








 

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