Sentí que tenía plena razón una sobrina mía cuando me amonestó
porque “no es que nada más te interese la política, ¡yo no te soporto porque
estás fanatizado!“
Es cierto que todo el tiempo estoy pensando en los cientos
de fábricas que cierran, en los comedores escolares abarrotados de chicos, en
la gente que está comprando menos comida.
Regresé a Argentina hace más de un mes, y no puedo terminar
de desembarcar.
Desde el 2015 siento que aquel apoyo masivo a la dictadura
en 1976 nos ha robado el país.
Siento que estamos entre otra gente.
Me niego a despertar a esta pesadilla, pero dormido me doy
cuenta de que es lo que está sucediendo en la vigilia.
Tenemos que ponernos de pie y reconquistar la realidad.
No podemos seguir viviendo en esta Argentina de la
humillación ni dejársela así a nuestros hijos.
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