domingo, 12 de diciembre de 2010

Mi hijo X fiAdo


Tenemos este grupo X fiAdos que se dedica a crear un arco voltaico entre dos tipos de grupos. Por un lado, personas alojadas en hogares, paradores nocturnos, institutos, por la fuerza de la ley o por la fuerza de la injusticia social: personas con trastornos psiquiátricos o físicos, chicos, viejos, personas que no tienen dónde vivir.
El otro tipo de grupo son bandas de música.
A los primeros la música, especialmente la música en vivo, el recital, les hace bien, porque el arte anima, sacude, pone nuevos sentidos que sirven para cambiar la perspectiva de la vida que uno tiene. A los músicos les aporta realización, justificación a su música y su vocación, que aquello que les gusta hacer en la vida tenga esos efectos en otras personas.
Lo que hace X fiAdos es juntar los dos términos, organizando recitales en los lugares donde la gente está alojada.
X fiAdos surgió de un grupo de amigos. Los que se sumaron se fueron haciendo amigos también. Queremos conservar eso. Creemos que la mejor manera de hacer lo que estamos haciendo es consagrando valores como el compromiso social y la amistad.

Invité a X fiAdos a mi hijo Fernando, que tiene 20 años. No es propiamente mi hijo, pero en parte lo es. Me interesa aclarar esto; no es un tema personal, sino de X fiAdos y de las personas a las que X fiAdos toca.
Tengo cuatro hijos, de los cuales Fernando y Santiago son hijos del matrimonio anterior de la mujer con quien me casé. Otra hija, Matilda, es una suerte de caso opuesto porque sí es mi hija biológica pero no la crío. Sólo Irina lleva mis genes y mi crianza, pero cuando me preguntan cuántos hijos tengo no digo una, ni tres, sino cuatro. No es estrictamente verdad, pero tampoco es verdad que Santiago, Fernando y Matilda no son mis hijos. He acabado resolviendo este embrollo entendiendo que la paternidad no es un sustantivo sino un verbo. Se es menos padre de una vez para siempre que cada vez que se actúa como padre. Es en este sentido que me interesa ser padre de Fernando al hacerlo participar en X fiAdos.

Fuimos juntos al Sanmar, lugar adonde se alojan por orden de un juez a chicos de entre 13 y 16 años que cometieron delitos. No es una cárcel, pero no pueden salir, ni siquiera circular con libertad por todo el edificio. Los diferentes sectores están separados por rejas, las aulas tienen puertas con rejas, las habitaciones están cerradas con rejas. Naturalmente, los chicos están pagando culpas de otros, de quienes son responsables del aberrante delito general de la injusticia social. Ni uno de esos chicos estaría allí si hubiera nacido a otro sector social que el de los pobres. Claramente no son victimarios, sino víctimas. Muchos están cargados de ruina —la violencia en sus casas y barrios, y de muchos en las calles de la ciudad, la droga, la malnutrición— y sin embargo la fuerza de la simiente de la generación y la regeneración palpita casi violentamente en ellos como en el árbol joven en el arranque del verano. La vitalidad que los hace vivir está dispuesta a todo para sobrevivir e imponerse, y entonces uno siente que hacer algo con ellos dará fruto. En otros, el arte es más paliativo, o reflexivo, e incluso revolucionario, pero en los chicos del Sanmar uno siente que puede ser cauce de la fuerza constitutiva que pese a todo corre por ellos como un tropel de caballos.
He llevado a Fernando ante esos chicos y Fernando se ha visto ante el poder de hacer algo para cambiar la realidad. Llevamos en Argentina décadas de doblegamiento de eunucos: no se puede, los poderosos son inabordables, hay que ceder, es mejor adaptarse, Felices Pascuas. Pues quizás algo esté inclinándose hacia el otro lado. Los chicos lo han medido a Fernando, que tiene casi su edad; lo han mirado descarada, desafiantemente, le han preguntado qué hace, y él ha podido comparar su vida con la de esos chicos, y luego ha podido entender que ellos están en problemas y que él puede hacer algo al respecto. Y en la autocelebración de X fiAdos, Fernando entendió también lo mucho que lo fortalece y mejora a él dar una mano.
Fernando también se podrá comparar con sus amigos y otros muchachos de su edad y contrastar claramente ahora las opciones de decidir hacer para cambiar la realidad con una barra de románticos trasnochados y a favor de unos que están en problemas, o la de aceptar pasivamente vivir la vida que le ponen adelante en la tele, ser hijo de las circunstancias.
Ese contraste es lo que puedo legarle a Fernando, y en eso soy su papá.


2 comentarios:

  1. Me cuesta mucho poner el palabras el orgullo que siento de tenerte como amigo! Sin dudas sos un GRAN PADRE, y una persona extraordinaria. TE ADORO. Quiero sumarme a esto YA! Veámonos antes de fin de año, porque como ya sabrás, he cumplido mis 4 objetivos del 2010 y quiero que estés entre los del 2011.

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  2. Gus me encanta leer tus relatos son visuales y yo los voy leyendo como a un árbol, rama tras rama hacen una inmensa y hermosa copa.
    Gracias!

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