domingo, 6 de noviembre de 2011

El profesor Kuo




Nació en Taiwán. Tiene 74 años y seis días por semana (“todos los días, no”) va a nadar 1.500 metros. “Todos me conocen en la pileta de Migueletes y Maure”.

Llegó a la Argentina cuando ya era un hombre de 44 años, con mujer y tres hijos. Trabajó en un taller de ropa, puso una rotisería, luego un autoservicio. Quiso que sus hijos se dedicaran a algo que recogiera su empeño de inmigrante, pero sólo Hugo se dedica a los negocios. En cambio, Ana y Carola se volcaron a la cultura. "Con eso no se hace dinero", se lamenta, negando con la cabeza. Sin embargo, fueron ellas quienes lo han puesto a dar las clases de caligrafía china, y la admiración de los alumnos y la vida que le da el arte lo tienen sonriendo. 


Si el interlocutor se interesa por su conocimiento de la cultura china, él se explaya. “Cuando se dice cultura china no debe confundirse con la cultura de la República Popular de China, afirma. La cultura china es equivalente a la cultura latina o la cultura árabe. No se circunscribe a un país. La cultura china dio fundamento a la cultura de muchos países de hoy: Mongolia, Corea, Japón, Filipinas, Malasia, Indonesia, Singapur y el resto del Sudeste Asiático. La República Popular comenzó en 1949, pero China tiene por lo menos 3.600 años”.

“El nombre China tiene más de 2.000 años. Se originó en la seda: se vendía del norte de China al sur, luego a la India, luego a Arabia y luego a Europa. Y no empezaba con el fonema chi sino shi, que significaba hilo. Con na se formaba tela el producto del shi, y así era shi na, que se deformó a China. Cuando se comenzó a importar porcelanas, se les puso ese nombre que ya existía”.

 

Y es budista. “El budismo es ante todo una filosofía. No es meramente una religión. Una religión puede ser algo muy fácil; alguien puede pelarse la cabeza y ponerse una túnica anaranjada, y ya sentir que está en un estado superior. Pero en el budismo no hay Dios, ni santos… Para practicarlo hay que pensar y es muy difícil pensar”.

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