lunes, 25 de junio de 2012

No es suficiente



En el micro desde Basavilbaso, Entre Ríos, la señora viene charlando con su amiga, las dos rubias, una con las tetas infladas, otra con un iPhone; una con unas botas que un trabajador no se pagaría con el salario de un mes, la otra con unos anteojos que cuestan más que las botas. Van sentadas junto al dispenser instalado para que los pasajeros se sirvan agua o café, y adelante del dispenser la señora ha apoyado un bolso que lleva, justo ahí. “Señora, ¿esto es suyo?, le pregunta un muchacho. ¿Podría correrlo un poquito, que quisiera servirme agua?” La señora, sin mirar a quien le habla ni responderle, corre el bolso menos de dos centímetros. Pensé que el muchacho le volcaría agua en el bolso. Estaba caliente con una escena parecida que había ocurrido cinco minutos antes: fue a pedirle a un chico que se pusiera los auriculares para seguir escuchando su música a todo volumen. La tensión y la carga con que le habló evidenciaban que no fue a hablar desde que el pibe puso la música, sino que había acumulado bronca.
Al rato otro tipo pone en su celular un discurso a los gritos. Era un discurso de Cristina Fernández de Kirchner, la presidenta. El tipo vestía como un guardia de seguridad. Pensé que nuevamente el amonestador iría a pedirle que bajara el volumen, pero se le adelantó la señora. Fuerte, sin contradicciones, socarrona, para que escucharan todos, para poner al guardia en evidencia, le dice: “¿Eso es un discurso que está dando ahora? Apagueló, por favor. Se me revuelve el estómago. Por Dios, ¿tiene que ponerse a hablar un domingo a la noche? ¿No nos va a dejar nunca en paz?”
“La votaron, dice el guardia. Y dos veces”.
“Yo no la voté. El 46% no la votó. Yo no la voté”, dice la señora con una autoridad que da miedo.
“Ay, señora”, dijo entonces el que le había pedido que corriera el bolso. “Con todo lo que pasó en este país, y la gente como usted no entiende aún el funcionamiento de la democracia. Si la mayoría vota a alguien, ese alguien gobierna, por más que los que votaron a otro quieran gobernar aunque perdieron, y se sientan con derecho a voltear al que ganó”.
“En este país, contesta la señora, no pasó lo suficiente”.

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