miércoles, 30 de octubre de 2013

El momento de la Ley de Medios


El domingo pasado hubo unas elecciones legislativas en las que los votantes de los lugares más poblados apoyaron a partidos y fuerzas políticas opositoras, compuestas por estructuras, líderes y las corporaciones mediáticas que tienen la hegemonía de fabricar la realidad.
Quedó una situación en la que el esquema que gobierna con Cristina Fernández de Kirchner como Presidenta de la Nación, permanece en el centro de la escena, con fuerte poder (conserva el quórum en las Cámaras de Diputados y Senadores) e iniciativa, y varias oposiciones, básicamente regionales.
Inmediatamente se transpoló el orden legislativo al ejecutivo, con algunos de los opositores que hicieron buena elección, ganándole al oficialismo, con el cartelito de candidato a la Presidencia, lo cual es una simplificación bastante torpe. Si las elecciones hubiesen sido por el Poder Ejecutivo, es muy posible que la fragmentada oposición no hubiese tenido en total la misma cantidad de votos que tuvo el domingo. Una cosa es una elección en la que se manifiesta un instinto democraticoide de compensación (“Cristina no puede tener tanto poder, algún límite tiene que tener, si no, es una dictadura”), y otra es la responsabilidad de gobernar. Ninguno de los opositores aparece con los recursos políticos para garantizar siquiera la gobernabilidad del país.

Unas horas después la Corte Suprema le quitó la etiqueta de “inconstitucional” a la Ley de Medios, que había sido objeto del ejemplar ejercicio popular de ser discutida como proyecto en muchos ámbitos y había sido aprobada por una enorme mayoría de legisladores, pero al atentar contra el poder de las corporaciones mediáticas fue congelada en los vericuetos judiciales durante cuatro años.
Saludablemente han abundado analistas de todo tipo que desde todos los medios de comunicación aportan algo sobre el tema. Sin embargo, nadie aún se atreve a pronosticar el escenario que se viene.
Antes bien, predominan las euforias bobas, la de los opositores al gobierno de los Kirchner, que el domingo festejaban el fin del ciclo, y la de los fanáticos del oficialismo, locos de alegría porque la Ley de Medios les vengó el desastre de las elecciones del domingo: íbamos perdiendo 2 a 0 y terminamos ganando 3 a 2.


Poco se modificó el domingo, porque la iniciativa sigue en manos del esquema de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, y es absolutamente incierto el panorama si es que el mayor motor de la oposición, la trama de multimedios encabezada por el grupo Clarín, pierde su lugar dominante.