Acá están, estos son, los que se quedan hasta el final de las marchas y protestas.
Después de que se fueron los simpatizantes que llegaron
primero y se fueron temprano, los que llegan solos en bicicleta, los políticos
conocidos, los que podían decir con elocuencia por qué fueron, los que tienen
que hacer, los que están siendo esperados, el aparato, los que han llegado con
banderas y pancartas y se las llevaron, los que estaban vendiendo publicaciones
de izquierda, los que vinieron en los bondis, las cámaras de la televisión,
después los fotógrafos, los periodistas objetivos y al fin los adherentes.
Entonces se quedan los que están más felices, los que son
menos dueños de la calle y lo han sido hoy.
Los que están más contentos acá que en cualquier otro lugar.
Se quedan dándole al bombo y al redoblante, cuando sólo
quedan ellos y el que vende choripan, cantando una y otra vez las mismas
canciones.
Se quedan, juntos, ya sin esperar que venga nadie, sólo
entre ellos, sin necesitar más.
No pueden dejar de festejar que están juntos.
No paran de bailar.