miércoles, 21 de diciembre de 2016

Mascotas

La primera cosa que me gustó de Carrie Fisher fue su Pricesa Leia.
La segunda fue el relato autobiográfico Desde el abismo, en el que cuenta de su internación en una clínica para curarse del alcoholismo.
De ese relato hicieron una película, apenas eficaz, pero que tiene una escena que está muy bien: Para mostrar que no necesitaban volver, los que estuvieron internados, jóvenes solteros, tenían que hacerse cargo de una vida.
Todos querían tener un perro o un gato, pero se les contraindicaba.
El primer paso era tener una planta.
Si podían cuidar de una planta durante un tiempo, entonces podían pasar a un animal.
Si se les moría la planta, debían empezar de nuevo con otra planta.





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