Yo tuve un primo
loco.
No es que “tuve”
porque se curó, sino que se murió.
Y estaba loco de
verdad. Quiero decir, loco psiquiátrico. Que se murió culpa de su locura.
Nos criamos juntos.
Cuando éramos chicos su locura era, por ejemplo, poner agua caliente en las
cubeteras para meterlas en el congelador.
Pero cuando fue
grande, después de tratar de matar a su madre, de estar internado en el
manicomio y de volver a tratar de matar a su madre y al fin vivir solo porque
la madre se murió, después de eso su locura era cultivar trigo en la terraza y
pertenecer a una iglesia católica judía que estaba en Israel. Quería ayudar a
la Humanidad.
Era loco como un
mono pero era bueno.
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