lunes, 27 de agosto de 2018

El infinito en cinerama

Hollywood nos llena de ilusiones, naturalmente.

Ese es su cometido.
Nuestra vida se moldea, es moldeada, la moldeamos con esas ilusiones.
Queremos ser Sean Connery o tenerlo de novio.
Hollywood nos formatea con la ilusión de que a último momento llegan a salvarnos, de que el Bien triunfa sobre el Mal, de que nos encontramos con alguien y el sexo es maravilloso y gozamos explosivamente y todo funciona a la perfección.
Esto ha sido incluso motivo de varias películas de Hollywood.
Esta crítica debe haber sido expresada por primera vez hace ya un siglo —lo que habla de mi atraso, pero también de la vigencia de Hollywood.
Para que la cosmovisión, la ética, el universo sentimental, la realidad creada por Hollywood realmente penetre, es necesario que confundamos ilusión con realidad.
Luego, como creemos que todos sus cuentos son verdad, nos terminamos cargando de frustraciones al no poder realizarlos.
Ningún Sean Connery.
Quizás nos convendría aprender que en la vida las cosas son mucho mejores: ofrecen desafíos que se asumen no sólo con el sentimiento, sino con el cuerpo
Y además, duran.
No se evaporan con The End. Podemos tenerlas para siempre. Podemos hacer de ellas, nuestra vida.

Hay que saber elegir las ilusiones de nuestra vida.
En lo posible, fabricarlas uno.
En lo posible, forjarlas con los amigos.
Vivir preso de las ilusiones que nos imponen es triste.

Es mejor inventar con los amigos ilusiones que nos impulsen a hacer.
No hay que perder de vista que una ilusión quita libertad.
No hacerlas reales nos sume en un estado de castración melancólica.
Por otro lado, la materialización de las ilusiones se paga con la libertad.
Cuando la ilusión es buena, se agradece tener libertad para plasmarla.
Pero si la ilusión es de otro, cumplirla es alienarse.






 

1 comentario:

  1. Hola! Me gustó tu recorrido. Llegaste a el apartir de canción de Hollywood de seru giran?

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