jueves, 16 de agosto de 2018

Los cubiertos del sueño



Una amiga me contó que amaba el ruido de las manos que revolvían el cajón de los cubiertos.
Era lo que siempre la había despertado por las mañanas de niña.
Le resultaba el sonido más íntimo y feliz: le indicaba que había una mamá, una familia, cada uno preparándose para empezar el día.
Había una vida, un tiempo que en ese momento parecía eterno pero que se acabaría, como todo.
Mi amiga me contó eso cuando vivía en un hogar de ancianos.
Un día llegué y no estaba.
Pensé que ojalá la música de los cubiertos del sueño la hubieran acompañado en el trayecto final con su apagado eco.





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