Dividir realidad y ficción es como asesinar a la realidad, condenarla a la muerte de la repetición eterna, a la mesa del club en que los muchachos jubilados dicen siempre lo mismo, repitiendo lo que vieron en la televisión; es aceptar que la vida no tiene sentido, sentenciar el cotidiano al vacío.
Prefiero creer que en los pliegues de la realidad de eternidad opresiva, se esconden tesoros por descubrir, nuevos sentidos, hechos, pensamientos, criaturas, emociones que pueden hacerte vivir.
Escribo porque desde chico descubrí que escribiendo es donde aparecen esos bichos, como si en un museo de anatomía humana hubiera una sala que exhibe algo que sólo se ve con el microscopio: que nuestro cuerpo está integrado por entre 6000 y 7000 especies diferentes de seres vivos. Además de nuestro ADN, hay entre 6000 y 7000 otros ADN de gusanos, bacterias, ácaros, virus (la prueba más patente, incluso no necesita microscopio: los piojos). Nos creemos que somos uno y somos una multitud de bichos de una variedad increíble.
Yo soy más que yo.
La realidad es más que la realidad.
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