En China no se vivió el Mundial.
No es tema de ellos.
Así como no creo que nadie en Argentina se haya enterado de que Indonesia ganó el Campeonato Mundial de Pencack Silat, que se jugó en julio, tuvo la asistencia de más de 40 países y fue seguido por millones de hinchas.
Hoy en China no se vive Navidad.
Para los chinos, Navidad es una fiesta tan ajena como el Pencack Silat para nosotros.
No festejan Navidad en Argentina los chinos.
Como tampoco los judíos, los musulmanes o los budistas. O los ateos.
Pero sí. Porque no es algo lógico. Toda la Argentina está envuelta en la Navidad, como China estará envuelta en el Año Nuevo la semana del próximo 22 de enero.
¿Quiénes somos “nosotros”?
Los argentinos, que festejamos Navidad.
Pero en la casa de los chinos, los judíos o los ateos, no se despliegan arbolito, pan dulce, cena con vitel toné, turrones, sidra, regalos, Papá Noel.
Con la mamá de mis hijos conseguimos liberarlos del peso de la herencia católica.
Tuvimos bastante éxito. Nuestros hijos son tan ateos como los indios salvajes de Calfucurá. Carecen de sentimientos cristianos.
Incluso yo me espanto de constatar que no hay en ellos la mínima marca del sentido católico de la vida —culpa, hipocresía, caridad, familia, sadismo, sacralidad.
Nos quedan las maravillosas navidades que organizaba la familia de mi madre en San Nicolás, cuando la familia era grande y feliz, que los chicos disfrutaban como locos.
Nos quedan como pasado.
Hasta ahora yo seguía con esas navidades en el corazón, y cada 25 de diciembre me afligía porque no le daba a los chicos una alegría como aquellas.
Esta semana hablamos con mi hija Irina y asumí que la Navidad ya no tiene entidad para ella, sus hermanos y yo.
En el presente, nos resulta algo tan ajeno como el Pencack Silat.
Como estamos en Argentina, iremos a festejar con amigos, naturalmente.
Y me dieron ganar de recordarles la canción “Gesú Bambino”, de Lúcio Dalla, que tuvo una versión muy linda de Chico Buarque.
Él llegó sin seducir mucho, sin dar explicaciones
Sólo sé que hablaba y olía fuerte y le gustaba el mar
Sé que tenía un tatuaje en el brazo y un diente dorado
Y que mi madre se entregó a este hombre perdidamente
Así como vino, se fue, no se sabe adónde
Y dejó a mi madre con la mirada cada vez más lejana
Esperando, parada, clavada en la piedra del puerto
Con su único viejo vestido cada día más corto
Cuando por fin nací, mi madre me envolvió en un manto
Me vistió como si yo fuera una especie de santo
Pero por no recordar canciones de cuna, la pobre
Me arrullaba cantando canciones de cabaret
Mi madre no tardó en alertar a todo el vecindario
Mostrando que yo era más que una simple criatura
Y no estoy seguro de si por ironía o amor
Decidió ponerme el nombre de Nuestro Señor
Mi historia es ese nombre que aún hoy llevo conmigo
Cuando voy de bar en bar, tumbo las mesas, grito, bebo y peleo
Los ladrones y las amantes, mis amigos de copa y de cruz
Sólo me conocen por mi nombre, Niño Jesús
Ele vinha sem muita conversa, sem muito explicar
Eu só sei que falava e cheirava e gostava de mar
Sei que tinha tatuagem no braço e dourado no dente
E minha mãe se entregou a esse homem perdidamente
Ele assim como veio partiu não se sabe pra onde
E deixou minha mãe com o olhar cada dia mais longe
Esperando, parada, pregada na pedra do porto
Com seu único velho vestido cada dia mais curto
Quando enfim eu nasci minha mãe embrulhou-me num manto
Me vestiu como se eu fosse assim uma espécie de santo
Mas por não se lembrar de acalantos, a pobre mulher
Me ninava cantando cantigas de cabaré
Minha mãe não tardou a alertar toda a vizinhança
A mostrar que ali estava bem mais que uma simples criança
E não sei bem se por ironia ou se por amor
Resolveu me chamar com o nome do Nosso Senhor
Minha história é esse nome que ainda hoje carrego comigo
Quando vou bar em bar, viro a mesa, berro, bebo e brigo
Os ladrões e as amantes, meus colegas de copo e de cruz
Me conhecem só pelo meu nome de Menino Jesus
Os ladrões e as amantes, meus colegas de copo e de cruz
Me conhecem só pelo meu nome de Menino Jesus
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