jueves, 6 de junio de 2024

Un presidente fascinante

La palabra “casta” es genial. Un pedacito de muchos votos a Milei fue a su genialidad.

Muchos lo votaron en parte, apenas, pero lo votaron —también— por su genialidad.

Por esa genialidad.

Es la genialidad de los psicóticos.

“Si no llegan a fin de mes estarían muertos”.

Esa literalidad.

No es que esté captado por la literalidad, sabe que está engañando, pero se anima a esa literalidad.

Fascina como fascinan los locos. Fascina alguien que viva sabiendo que lo están buscando unos agentes de Putin para matarlo. Fascina que otro viva en otra realidad. Y fascina más aún si no está sometido a eso, sino que puede decidirlo. Esa persona tiene poder.

De allí sale la palabra “casta”. La primera “casta” es un concepto elemental, ordinario, pero enseguida empieza a largar un jugo corrosivo, luego penetra, finalmente le da sentido a las cosas, crea realidad.

Como la realidad de los agentes de Putin.

“Casta” empiezan siendo los parásitos de la política (no los delincuentes privados) y luego es cualquiera que tiene un trabajo en el Estado, estable, luego cualquiera que tiene trabajo estable, luego cualquiera que tiene algo que un “nosotros”, no tiene, o sea, un privilegiado. Un profesor es “casta” porque tiene autoridad, alguien que pertenece a algo que lo contiene —una religión, un sindicato una escuela— es “casta”. Para odiar a alguien basta encontrar que tiene algo que yo no tengo: se lo siente “casta”. 

“Casta” es algo religioso. Se dice de alguien “es casta” y es como cuando en una aldea se señalaba a una mujer y se le decía: “es una bruja”. No importaban las razones, lo que importaba era que hubiera brujas. Lo que importaba era que existiera esa otra realidad que fascinaba.

Esa es una genialidad de Milei. Como dijo “casta” dice cosas todos los días. Un poco se votó esa genialidad y el atrevimiento de ponerla en juego, además jugándose, porque se juega a que lo tratan de loco, lo encierren, lo maten.

Además de votárselo por genio, entonces, se lo votó por valiente. Pero ese es otro asunto.




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