martes, 8 de marzo de 2011

Cuñadas

Voy a la escuela de clown de Marcelo Katz a presenciar una clase. Con el material haré una nota para el suplemento Espectáculos del diario Clarín.

Anoto: Ejercicio con la consigna “cuando venía para acá me encontré con…” Es un juego, pero los alumnos deben jugarlo a fondo. Un juego que no pueden hacer o no hacer, hacer de cualquier manera, hacer cualquier cosa. Deben haberse encontrado con alguien realmente, y deben convocar con toda su alma y su voluntad, con todo el esfuerzo, lo que les pasó por haberse encontrado con tal o cual. Deben sudar, deben dar la vida por darle al público lo que les pasa por haberse encontrado con quien se encontraron. Deben jugar en serio.
El juego es extremo. Son dos estudiantes solitas, expuestas en el enorme escenario grande como una cancha de básquet. Cuando le toca el turno a cada una, no puede paralizarse, tiene que decir con quien se encontró, qué hizo, etcétera, y tiene que ser alguien con quien de verdad se encontró, y deben mostrar cómo la dejó el encuentro, sin pensar, sin inventar, sin artificios ni trucos. Deben hacer fluir el Espíritu, lo que Katz llama “la sensación”.
Están las dos tensísimas, muertas de miedo de quedarse trabadas, o de que el pensamiento las gane. Tienen terror de hacer las cosas mal.
Una de las chicas cuenta que tuvo un encuentro amoroso con una estrella del rock. Da detalles, se apasiona, grita, gesticula, le dice obcenidades a su amante delante del público. Entonces Katz manda a los alumnos observar a la otra chica, y le pregunta a ella qué le pasa. La chica dice:
— Es mi cuñada.
— ¿Es tu cuñada, en la realidad? —la chica asiente.
— ¿Y por eso tenés esa cara de afligida?
La chica vuelve a asentir y Katz larga una carcajada. La alumna acepta, disfruta que se rían de ella, captura la incomodidad que siente y se la muestra al público. Se pone a llorar a los gritos y entonces la cuñada deja brotar un sentimiento de protección irrefrenable por la que llora y corre a abrazarla.
— ¿Y usted por qué llora? ¿No la estaba pasando bárbaro con el rock star?
— Sí, ¡pero no puedo verla llorar a ella! ¿No se da cuenta de que sufre?
Esas palabras sellan la escena y ahora las dos lloran a los gritos.
— ¡Qué cuadro! ¿A ustedes les parece, en vez de actuar? ¡Muéstrense al público! ¡Recojan lo que el público les devuelve!
En la tribuna los demás estudiantes lloran, aplauden y se ríen, todo a la vez.




1 comentario:

  1. Desnudar mis pensamientos, sentimientos, actividades... Me aterra de solo pensarlo !
    Fernando

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