sábado, 16 de abril de 2011

Andaluces de Jaén

Estuve en San Marcos Sierra, zona de olivares. No los vi, pero vi muchos olivos, que hacen tan característica una región. Cada vez que veía un olivo, con su viejo verde gastado y su aspecto polvoriento, pensaba en el monte de olivos donde se dejó apresar Jesucristo, rezando, y se me venía a la cabeza el poema de Miguel Hernández, que Paco Ibáñez convirtió en esta canción tan hermosa.









Andaluces de Jaén
Aceituneros altivos,
decidme en el alma, ¿quien?
¿quien levantó los olivos?
Andaluces de Jaén,
Andaluces de Jaén.

No los levantó la nada,
ni el dinero ni el señor,
sino la tierra callada
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura,
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Andaluces de Jaén.

Andaluces de Jaén,
Aceituneros altivos,
decidme en el alma, ¿de quien?
¿de quien son estos olivos?
Andaluces de Jaén,
Andaluces de Jaén.

Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna
pesan sobre vuestros huesos.

Jaén levántate, brava,
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares,
Andaluces de Jaén.

Andaluces de Jaén,
Aceituneros altivos,
decidme en el alma, ¿de quien?
¿de quien son estos olivos?
Andaluces de Jaén,
Andaluces de Jaén.

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