¿Por qué Graciela tiene eso que tiene con los gatos, una
especie de adicción?
Se pensaría que está muy sola en la vida, pero aparentemente
no es así. Tiene hijos, amigas, hermanos, ex marido, nietos.
Sin embargo, está sola en un lugar dentro de ella.
Como si existiera una habitación donde Graciela hubiera
vivido toda su vida con algunas personas que eran muy íntimas, que estaban allí
cuando ella nació, y esas personas se hubieran ido muriendo hasta que el lugar
quedó arrasado por la muerte.
Hay muchas personas en las demás habitaciones de Graciela,
pero aquella es donde vive, y allí está sola, como una loca, como alguien
atrapado por el demonio.
Ella está viva, pero aquella es la habitación de la muerte.
Está viva, pero del lado de la muerte.
Es la única viva entre los muertos, helada de espanto y de
soledad.
Y entonces aparecen los gatos.
Criaturas llenas de vida, que la miran, la esperan, sufren,
juegan, la necesitan. Ella puede pasarse las horas observándolos, y eso le
llenará el día.
Ya no estará más sola.
Ya su vida no será tan vacía, habrá un pequeño pero vital
sentido.
Ya tendrá un motivo para levantarse, vestirse, peinarse,
mirarse en el espejo, no dejarse devorar por el abandono.
Los gatos que ahora alimenta la han sacado un poco del
pantano de la muerte en que estaba inmersa.
Cualquier ser vivo lo hubiera hecho, pero los gatos quizás
son los más aptos para esta tarea, porque lo que Graciela lleva consigo es una
nube de la sustancia de la muerte. Con su vitalidad increíble, los gatos pueden
asumir esa carga. Tengo una amiga cuyo gato cayó desde un piso 18 y sobrevivió
casi sin lastimarse. Imagínense qué regalo de vitalidad para Graciela.
Aunque son tan cautelosos, los gatos son animales muy
valientes. Toman riesgos. Con Graciela, van a buscar comida sabiendo que la
muerte quizás los ataque. Ellos confían en su talento para evadirla.
Y Graciela está fascinada con eso.
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