Ya lo había sentido en este departamento luego de que murió Lo
Yuao. Entonces el televisor se encendía solo a determinada hora de la noche, a
las dos, las tres. Yo daba un salto en la cama. Pensaba que a esa hora Lo Yuao
miraba la televisión.
Como en aquella época, duermo solo. Anoche sentí un frío
súbito en los pies, inexplicable. El ambiente estaba frío, pero yo estaba
abrigado. Y de golpe un hielo me agarró los pies juntos. Inmediatamente entendí
que alguien estaba visitándome. ¿Qué quería de mí? Me quedé quieto, mirando la
oscuridad. Las pequeñas lucecitas del router se volvieron muy fuertes y las
cosas cobraron su volumen. Todo estaba tieso en esa penumbra, incluso yo,
incluso mis ojos abiertos. Sin embargo, el aire se movía y no pasó mucho antes
de que una sombra pasara delante de las luces. Algo como un trapo gigante o un
animal ni muy lento ni muy rápido.
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