domingo, 7 de agosto de 2016

Entre la cocina y la calle

Dice Hebe de Bonafini a Página 12, en la semana en que un juez mandó apresarla y la reacción de militantes de derechos humanos lo impidió: 


Si el juez viene a la casa de las Madres, lo vamos a recibir. Nosotras nunca le cerramos la puerta ni a los allanamientos. Muchas veces nos allanaron pero como no tenemos nada que ocultar…En el primer allanamiento que tuvimos por lo de Schoklender vino cualquier cantidad de milicos. Las Madres vinieron también y les dije: “Ustedes no se asusten porque no tenemos nada que ocultar, que abran todos los muebles, que revisen todo y nosotras nos quedamos sentadas en la cocina”. 

Yo a los diez días que llevaron a mi hijo, que me avisaron que hacía diez días que lo torturaban, fui a la comisaría 5 porque el juez no quiso ir. El juez Aramo, de La Plata, me dijo “señora usted está loca’. Yo me fui como una loca verdaderamente, entré a la comisaría, no me pudieron agarrar, me dieron una paliza, llovía a baldes, y me tiraron a la calle. Me quedé llorando arriba de las piedras, yo no pensaba en mí, pensaba en mi hijo que estaba adentro. Cuando hice esta presentación, pensaba en eso, pensaba en mis hijos, pensaba en cuánta gente tiene que darse cuenta cuánto poder tenemos para hacer las cosas que queremos y que sentimos que debemos hacer. No nos podemos quedar sentados diciendo “Ay, qué mal que nos va. Ay, me echaron del trabajo”. No compañeros, hay muchas cosas: no romper nada, no tirar nada, no ser provocadores, Ellos lo que están buscando es un muerto. Yo tenía terror el otro día, pensaba “¿Qué quieren? Que un pibe se rebele y le metan un tiro en la cabeza”.


 A nosotras muchas veces nos llevaban presas y nos ponían con un muerto en una celda, un muerto con olor, que sabíamos que era uno de los nuestros, para asustarnos y que no saliéramos más ¿De qué nos vamos a asustar ahora?, ¿de qué nos lleven presas?







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