El ensayista Roger
Caillois contaba de una sociedad en la que la realidad de los sueños tenía más
entidad que la realidad de la vigilia. Si alguien soñaba que tal persona le
había tirado un lanzazo, en la vigilia el agresor debía hacerse cargo. Esto nos
suscita espanto y risa —y luego espanto. Pensamos que gracias a Dios vivimos en
un mundo donde no pensamos de ese modo salvaje, delirante, estúpido. Muy bien;
ahora, pensando como pensamos, ¿a qué resultado hemos llegado? ¿Es la Humanidad
forjada por el pensamiento racional que rige mejor que la de aquellos
primitivos bestiales?
Esto se está
pensando así desde más de un siglo, cada vez más desde Auschwitz e Hiroshima. Y
sin embargo, ese pensamiento sigue dominándolo todo.
Cuando aparecen
alternativas, los guardianes del pensamiento racional lo reprimen con el
razonamiento “¿cualquier cosa vale?”, arrojando toda alternativa a “cualquier
cosa”. Podría ser que hubiera alternativas tan espantosas como el pensamiento racional,
o podría haber alternativas superadoras, que lo integren, incluso.
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