viernes, 6 de septiembre de 2024

Junto al arroyo


Junto al arroyo, cuando ya se ha hecho de noche, Lady Cromwell y el Barón de Swanwick están sentados en el banco del parque que ha hecho instalar Lord Wilcott en la costa para observar el arroyo.

El Barón de Swanwick observa los árboles a su alrededor y dice:

— De noche los árboles cambian por completo. De día son pasivos, sujetos al universo. El viento los mece, el sol les seca las hojas, son los insectos los que producen la fecundación entre ellos. Sus colores se avivan sólo si la lluvia los moja. En cambio, en la noche, bajo las estrellas, sale de ellos su espíritu. Y todo lo perciben. Su oscuridad emana una presencia potente y llenan el aire con su fragancia.

Mientras habla, Lady Cromwell se dice a sí misma:

— ¿Por qué el Barón de Swanwick dice estas sandeces? ¿Por qué se siente autorizado a hablar como un poeta o un naturalista? Crea a alguien hablando así. Como si tuviera una audiencia que está fascinada con un actor. ¡Es tan ridículo!

Sus ojos se posan en el agua que corre lentamente por el arroyo y concluye:

— Estoy perdidamente enamorada del Barón de Swanwick, pero nadie en este mundo me causa más desagrado y enojo que la imagen que él tiene de sí mismo.

(De “Lady Cromwell”, de Gregory Hymes).


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