martes, 8 de junio de 2010

Hombrecitos


Cuando estoy con ella no dejo temas pendientes, tengo más fuerza… siento más orgullo de mí. Una vez me compré una campera que era ridículo que me la comprara, porque valía millones, ponele que yo ganaba dos mil pesos y la campera costaba como siete mil; fue un disparate comprarme esa campera, pero bueno, ya me la había comprado, y entonces me dije ahora que ya la tengo, voy a ir a fondo con la campera, no me la voy a sacar ni con 50 grados a la sombra, la voy a usar cuando tenga que ir al casamiento de mi hermana y cuando me vaya de mochilero a Macchu Pichu, y cuando me meta en el agua y cuando la necesite de almohada una noche que tendré que dormir en una estación de servicio. La voy a tener conmigo para siempre, vamos a ser uno, esta campera y yo. Bueno, así me siento con ella.

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Quizás por la impronta del embarazo y la parición, la mujer siempre fabrica hombres.
Al hijo mamón que prefiere y malcría, le dice que un hombre se planta en defensa de sus amigos.
Al bobalicón marido desorientado cuando ella cae enferma, le enseña a no asustarse, a tener el aplomo con que un hombre contiene a una mujer que se siente mal.
Al bruto atolondrado lleva de a poco a ser lento y gentil, e igual de apasionado.
Al energúmeno sin tacto convence de la felicidad que habrá de reportarle siempre la cara iluminada de su esposa, por muy oscura que sea su alma, cuando él le regale flores.
Al tacaño ella demostrará que un hombre suelta y echa a andar la vida en lugar de esconderla en un puño de la mano para no compartirla.
Al llorón que por todo se lamenta lo despreciará para que aprenda que un hombre se hace cargo de su destino.

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Intercambio de mensajes entre Ramiro y Laura.

Qué bueno es haberte reencontrado. Yo no podía soportar mirarte porque era conciente de que cuando te miraba tenía una cara de boludo infinito. Estaba tan enamorado de vos. Y ahora me parece que aunque hemos vivido vidas tan diferentes, tenemos algunas convergencias.
Ramiro

Mi querido Ramiro,
A ver, ¿cómo lo digo? Cuando hoy leí ese mensaje tuyo me paralicé. Debo haber tenido cara de boluda yo también. Sigo siendo una romántica insoportable, me volví a preguntar, como me pregunte tantas veces en los tiempos posteriores a tu partida , ¿por qué se fue? Hoy se me movió el piso mi querido Ramiro. ¿Por qué catzo no me miraste una sola vez a los ojos y abriste la boca a los 16? Siempre, siempre te llevé en mi alma.
Laura

Laura, eterna Laura,
Toda mi vida habría sido diferente, yo sería otro hombre, un hombre, si entonces me hubiera sobrepuesto al pánico que me causaba imaginar que te reirías de mí. ¿Cómo no me ibas a ridiculizar, si yo era un negrito fiero y petiso, y vos eras la más linda y la más difícil, no para nosotros, sino para lo monos de quinto y sexto año, que fumaban, andaban en auto, tuteaban a algunos profesores, eran todos como el presidente de la nación? Me perdí una vida –que hubiera sido mejor porque hubiera sido con vos– por no haber tenido lo que ha de tener un hombre: debí encararte, mientras estabas charlando con todos esos muchachos que te rodeaban como leones, y decirte, como pudiera, que estaba enamorado de vos y que moría por darte un beso, y al fin preguntarte la pregunta tremenda para quien la pronuncia, ¿querés ser mi novia?, en medio de las risotadas de aquellos malévolos sujetos despiadados y mirándote a los ojos, y vos quizás evitando mi mirada y riéndote también. Debí hacerlo, por ser digno, para andar con el verdadero orgullo en alto, aunque tuviera maltrecho el orgullo pequeño. En cambio, elegí la cobardía, la que indefectiblemente depara una vida miserable.

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