sábado, 11 de junio de 2011

CONFERENCIA “El sueño del pabellón rojo”, a cargo del sinólogo Lic. Marcelo Ugarte en el Instituto Confucio de La Plata, Argentina


No conforma tanto un Instituto Confucio el necesario sello que lo decreta como el despliegue y la calidad de su quehacer. El Instituto Confucio de la ciudad de La Plata, en Argentina, parece caracterizarse por la generosidad. Un fuerte entusiasmo porque circulen los saberes, experiencias y reflexiones sobre la cultura china guían el trepidante ritmo de sus actividades. Los mejores especialistas en el mundo chino que residen o pasan por La Plata, e incluso por Argentina, son convocados a que expongan para el público del instituto, algo de lo que tienen para decir.
Tal es el caso del sinólogo Marcelo Ugarte, quien ha dado una conferencia sobre la importancia de El sueño del pabellón rojo en la literatura y la cultura china.
La exposición resultó de una importancia iniciática en Argentina, donde el libro apenas es conocido y no está a la venta en las librerías. “Esto habla de todo el camino que hay para recorrer en la Argentina, en el campo del conocimiento de la cultura de su segundo socio comercial” explicó Ugarte, ”teniendo en cuenta que la obra de Cao Xueqin es de una magnitud gigantesca en la literatura de China, comparable a la dimensión que tiene para el mundo hispanoparlante El Quijote. El pueblo chino lo conoce como una de sus novelas más importantes y ha visto la historia muchas veces en películas y en series de televisión”. Entre las razones de la ignorancia en el ámbito local, Ugarte mencionó que “no ha habido una traducción seria hasta la de 1990 (primer tomo, realizada por la Universidad de Granada y acabada en el 2003)” e informó que ya hay dos versiones.
El especialista destacó que además del lugar que El sueño del pabellón rojo ocupa en las letras del país asiático, “es una obra enciclopédica, fuertemente reveladora de China”.

La conferencia presentó a los personajes de la trama central, entre las incontables historias que involucran a una cantidad asombrosa de personajes: Jia Baoyu, un joven andrógino, que termina protagonizando un triángulo de amor con dos primas. Una de ellas es Lin Daiyu, una joven débil, delicada y superficial, y la otra es Xue Baochai, saludable, vivaz y recatada. La primera es el reverso de la mujer confucionista, mientras la otra es su ideal.

Ugarte dio cuenta de El sueño del pabellón rojo captando los pares, opuestos y complementarios, que son la estructura primigenia y originaria de la Weltanschauung china, desde el trazado del paralelo entre la vida del autor y el desarrollo de la novela, hasta el detalle del poema pareado que se forma entre la inscripción en un medallón áureo que Baochai lleva colgado al cuello y el jade mágico de las comunicaciones espirituales que porta Baoyu.



Si un mundo es fascinante desde que puede leerse a través de términos complementarios, la realidad de esta novela sobreabunda en la libertad de concebir seres, tiempos, objetos y lugares más allá de toda fantasía. En el comienzo de la historia la voz que relata es la memoria de una roca. Una roca que habla en primera persona, una roca que tiene un yo. Al lado de la piedra crece una plantita, que se hace amiga de la piedra, y allí tenemos un diálogo que flota en tiempos sin límite. En aquella temporalidad indeterminada se mueven como en su casa, unos monjes. Aparecen y la piedra les dice que está aburrida de ser eterna, y que quiere pertenecer al mundo de los mortales. Los monjes conceden, y de la piedra nace aquel Jia Baoyu que fue mencionado —y de la planta nace Lin.  Tenemos además el mundo de los sueños donde las hadas acogen al protagonista. En su reino todo es perfección, existe una pureza perfecta libre de los venenos atribuidos a las mujeres mortales.

Ugarte refiere que el autor utiliza el recurso de adelantarse a lo que sucederá: “De esa manera enganchaba a los lectores a comprar la siguiente entrega de la novela. El autor estaba en bancarrota y empezó a escribir El sueño del pabellón rojo para sobrevivir. Escribía un capítulo, hacía varias copias y los llevaba a un mercado. Así fue como se empezó a difundir una de las principales novelas de la literatura china, junto a Viaje al oeste, A la orilla del agua y El romance de los tres reinos”.
También coadyuvó a la divulgación que la novela estuviera escrita en Bai Hua, es decir, el chino vernáculo, —mientras las demás obras célebres, incluido el I Ching, estaban escritos en wenyan o chino clásico, sólo inteligible para la clase alta y letrada. Luego, la fama de El sueño del pabellón rojo ayudó a legitimar el uso del Bai Hua en la literatura posterior.

Sobre Cao Xueqin, Ugarte también explicó que se trataba de un hombre instruido, de familia acomodada y con conexiones dentro de la corte de los Manchúes, que conoció los deleites de la abundancia y el sinsabor de la miseria tras ser despojada su familia de todos sus bienes durante los vaivenes imperiales del siglo XVIII, situación reflejada en cierta manera en la trama argumental de la obra.

La imagen que el sinólogo dejó de El sueño del pabellón rojo es la de una variedad y un colorido infinitos. No sólo hay tiempos, mundos, personajes, historias múltiples, sino que estilísticamente es una composición que integra poemas, crónicas, tragedia, folclore… No faltan ni siquiera recetas de cocina (“puede inclusive usarse la novela para cocinar; tan precisas son las recetas”), ni las de ¡medicamentos!

El contraste entre la ignorancia de El sueño del pabellón rojo en Argentina y su fama en China se hace estridente en la existencia de la rosología, rama de las Humanidades que se dedica a estudiar la obra. Cada año los especialistas en El sueño del pabellón rojo se reúnen en congresos para discutir el avance de sus investigaciones y críticas.

Ugarte mencionó que El sueño del pabellón rojo es citado por Jorge Luis Borges en el cuento El jardín de senderos que se bifurcan. “Llegó a generarse un sentimiento muy crítico con el escritor argentino, en el entendimiento de que había fundamentado en una lectura superficial el despliegue de una pretendida sabiduría, que no sería en realidad más que fanfarronería. Cuando Borges escribió su cuento, la novela aún no había sido traducida al español; Borges había accedido a la versión del alemán Franz Kuhn. Sin embargo, en lo personal creo que Borges hace un guiño a un personaje secundario de la novela, en una maniobra finísima. Hay elementos que fundamentarían una hipótesis en ese sentido, lo que abre unas perspectivas muy interesantes, todas las cuales revelaría una lectura genial, insospechada de Borges. No me consta que este camino haya sido recorrido en la crítica literaria”.


El especialista precisó que la editorial de la Universidad de Granada hizo una traducción al español y editó el último de los tomos de El sueño del pabellón rojo en 2003. En 2010 apareció una edición de Galaxia Gutemberg.

“El sueño del pabellón rojo, concluyó Marcelo Ugarte, es una historia que se conocen los chinos desde la cuna. Se sabe por ser chino. Es parte del imaginario popular. No sé cómo se podría decir que se conoce la literatura china si no se ha trabajado este libro hasta familiarizarse en extremo”.




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