Jesucristo se vino con aquello de cargar la cruz de los demás.
El ilustradísimo Indio anarcoirreverente lo usó con “¿puede alguien decirme me
voy a comer tu dolor?”
Acaso no sean posibles ni el heroísmo de Jesucristo, ni la
resistencia del Indio, porque tal vez nadie escape a recibir el ácido de los
demás. Nadie trata a otro sin proyectar sobre él sus traumas, su vida, y allí
van los castigos a las penas cometidas por vaya a saber quién.