En la legendaria familia de mi madre, a la que pertenezco íntegramente, la palabra "amigo" no tiene esa carga positiva que es obligada en la sociedad. No se festeja el Día del Amigo, y nuestras matriarcas desconfiaban de los amigos, básicamente porque no eran personas de la familia. Como algunos llaman "negociados" a todos los negocios, en mi familia se le dice "amigote" a cualquier amigo.
Uno de mis tíos se fue a vivir a otro país con una hija pequeña. Cuando ella creció se casó con un argentino, que una vez me dijo "no tengo amigos, mi única amiga es tu prima". Naturalmente, la única amiga de mi tío es su esposa.
En esta familia los amigos te llevan por el mal camino, te traicionan, se relacionan con vos por interés y no están a la hora de tu muerte.
Yo, que hice un camino propio, quizás por idealizar la amistad, terminé relacionándome con aquellos parientes de los que me hice amigo, o sea, los que elegí.
Creo que la razón por la que esta familia odia a los amigos es que se llevan a sus parientes. Los amigos son parte de los de afuera, y son los de afuera quienes se llevan a las hijas, hijos, sobrinos, nietos, casándose con ellos. Todo lo de la familia es bueno, todo lo de afuera es malo.
A mí, en cambio, me da por desconfiar de la amistad porque la valoro demasiado. Siento que es usada para sacar beneficio. Me arruinan la idea romántica de la amistad quienes te dicen amigo en vano. "Amigazo", me decía una señora amiga de una suegra muy estirada que tuve. Se hacía la populachera, y yo sentía que me venía con el cuento de "somos amigos" nada más que para dejar en claro que yo era populacho. También aquel estudiante de antropología que venía de una familia patricia le aplicaba el "amigazo" a aquellos con quienes ponía distancia -mientras vendía que se mezclaba con su objeto de estudio.
Esos "amigazo" se parecen mucho al "amigo" del fulano que está tirado en la vereda y desde allá abajo te pide una "moneda pa la birra".
Mis amigos me dicen por mi nombre y nunca les cuento en qué ando porque ya lo saben.
Hay que terminar definitivamente con esta estupidez de la amistad, que hoy comparte mucho con la idea de intimidad. Ya lo decía ABC en "Diario de la guerra del cerdo": "Hoy son todos íntimos, amigo, nadie". De todos modos, tampoco estoy tan convencido de la familia sea el camino. Acaso hay que pensar en el Jesús que instaba a los discípulos a deshacerse de la familia y los lazos sociales para construir un camino propio.
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