Yo trabajaba en un lugar que tenía un señor de seguridad a
quien lo cargaban porque era muy bruto. A mí me daba pena y entonces me quedaba
charlando con él, lo mimaba un poco. Él estaba ancho porque era amigo mío,
amigo de uno de los que iban de traje, que encima tenía un apellido tan
especial, y entonces para mostrarle a los demás que no era tan bruto, que era amigo
de uno que tenía un apellido rarísimo y que él se lo había aprendido, apenas me
veía llegar decía mi apellido bien fuerte, a los gritos: "Buen día, ¡¡cómo
le va, Señor GN!!!".
Gustavo Ng
Gustavo Ng
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