miércoles, 24 de febrero de 2016

Antes de la partida


En una charla por teléfono:
— ¿Sabés qué sentí? Sentí que te irías de Brasil… ¿Cuándo te vas?
— El jueves.
— Eso. Sentí que te irías de Brasil y hasta entonces ya nunca más levantarías el teléfono para llamarme. Me pareció un poco… irreal, ¿a vos no?
— Sí.
— Porque estamos… estuvimos… tan involucrados, pasamos tanto tiempo juntos, cuidaste a mi hijo... Incluso dentro de mí está intacta la expectativa de que hagamos una pareja, de que seamos nosotros. Y hacés este silencio, como si te escaparas.
— Sí, y a la vez tengo necesidad de estar con vos.
— Lo sé, por eso esto me parece irreal.
— ¿Y qué vamos a hacer?
— No sé, por Dios, no sé.
— ¿No te podrías quedar?
— Ya hablamos tanto de esto, Daniela.
— Sí, lo sé. Pensé que podríamos volver a pensarlo.
— Quizás regrese.
— Seríamos felices.
— Sí. Pero debo irme.
— Te quiero tanto.





1 comentario:

  1. Bello y agridulce escenario de partidas y encuentros. Gracias Gustavo!

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