martes, 16 de mayo de 2017

Gente por ahí


Esto es lo que escribió una amiga esta mañana:

En el bar la acompañante le lee al anciano el horóscopo del diario. Ella es de Capricornio y «vos sos de Piscis, no Rober?», le pregunta. También le cuenta que «Macri se junta con empresarios en China». Él, como respuesta a todo, ofrece un silencio dócil, sospecho que fruto de la sordera. «Ah, mirá, esta está buena: Macri propone que los jueces paguen ganacias. Como pagamos todos», agrega la acompañante con acento provinciano.

Entusiasmado al leer lo que escribió mi amiga, sentado en un banco en la vereda veo que viene un tuerto. Un ojo lo tiene celeste lechoso y el otro muy entornado, como haciendo fuerza para ver por los dos. Va vestido con ropa de trabajo, pantalón y camisa caqui y borceguíes negros con punta de acero.
Lo sigo con la mirada. Quiero ver cómo anda, entre mucha gente, tuerto.
Poco después de pasarme, un grandote también con ropa de trabajo, igual, pero con un pulóver marrón, lo empuja y lo agarra desde el lado del ojo tuerto.
El otro tambalea y se pone tenso,  pero el grandote ya está a los gritos, con mucho júbilo.
El tuerto empieza a reírse también y entonces hacen una fiesta, gritándose cosas en un acento que no se entiende.
Cuando giran, en el momento en que yo me pregunto por el chiste que le ha hecho el grandote de atacarlo por el lado ciego, veo que el grandote también es tuerto.
Ellos siguen a las carcajadas. No me ven.












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