lunes, 15 de enero de 2018

Un hombre pequeño



Yo decía que Lo Yuao era un hombre pequeño, como a él le gustaba decir.
“Cuando tenía ocho años mi país estaba invadido por los japoneses y la gente moría de hambre. Mi abuela murió de hambre. Yo veía a la gente tirada por la calle, semidesnuda, algunas estaban muertas, otras no sabías si aún estaban vivas. Y yo sobreviví porque era tan pequeño que apenas necesitaba nada. Cualquier cosita que comía me era suficiente. Era como un pajarito.”
Pero era mucho más que pequeño, era infinitamente humilde.
Por eso es que Camilo Sánchez lo amó.
Para Lo Yuao un café era un tesoro.
Un trago de vino era una fiesta que hacía durar mucho tiempo. Se mojaba los labios y disfrutaba como si estuviera en el paraíso.
Era más feliz que cualquier persona que conocí cuando Camilo lo llevaba en el auto. Pasear en el viejo Peugeot de Camilo le reparaba aquellos años en que vió a su abuela morir de hambre.

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