martes, 17 de abril de 2018

San Martín y el hombre solo



El héroe puede andar con otros, ser parte de una banda, tener amigos, amigotes, incluso esposa.
Pero no es héroe si en el fondo no está solo con aquello a lo que se enfrenta y lo hace héroe.
Llama mucho la atención una nota publicada por José María Puente en un boletín de la Sociedad Sanmartiniana de la ciudad de Santa María (Nº23, agosto de 1965).
No soy historiador ni ando buscando documentos como este; estaba entre una pila de libros que donaron para una biblioteca en la que yo trabajaba hace unos años y ahora reapareció en el fondo de una caja.
El tal José María Puente, de quien no hay más referencia que su mero nombre como autor del artículo, cita palabras que San Martín le dijo, ya muy maduro, en Bulogne Sur Mer, a su hija Merceditas. Me puse a leerlo para recordar y revisar aquello que me había llamado la atención en mi adolescencia. Se habían puesto de moda esas frases sentenciosas, solemnes, como pensadas para que fueran grabadas en la piedra que basara sus futuras estatuas, que soltaba San Martín a su hija. Se las llamaba “máximas”. No recuerdo a quién se las transmitió Merceditas y cómo fueron difundidas.
En el boletín estaba la colección de aquellas frases, “Serás lo que debas ser; si no, no serás nada”, etc., pero aparece en el medio de ellas una reflexión en otro tono: “El hombre que es empujado a las tinieblas de la soledad vive el infierno de que los temas más nimios lo compliquen hasta la pesadilla y de que sus enfermedades, incluso inexistentes, aún las más inofensivas, crezcan hasta matarlo”.
Ninguna de las otras máximas tenía esta carga de vulnerabilidad. O las demás fueron pensadas o retocadas para hacer de San Martín un héroe de bronce o era una reflexión autobiográfica que había colado José María Puente.







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