viernes, 13 de abril de 2018

Reflexivos



Uno de los planteos más sólidos que dejan los Diarios de Emilio Renzi de Piglia es lo que dijo ¿Borges? sobre el modo en que procede el pensamiento del argentino: esa reflexión, uno al lado del otro, alrededor de un fogoncito, a la intemperie en medio de la pampa, chupando un mate mientras miran el mismo horizonte tan lisamente cortado contra el cielo como una línea de perfección cósmica. El pensamiento tiene todo ese espacio, casi inabarcable, y todo ese tiempo, casi ilimitado, para expandisrse. La conclusión más humilde es un reflejo de ese modo de pensamiento: “el criollo es reflexivo”.
Y entonces el escritor de esta tierra es reflexivo. Sarmiento entreveraba relatos y ensayos y el gaucho Martín Fierro iba del duelo con el facón cuando se mamaba, a una ontología profunda.
Posiblemente si hemos crecido escribiendo aquí, el tema nos parezca tan natural que no lo veamos. En todas partes hay escritores que no son reflexivos. No digo esas maniobras de ser reflexivo a través de no parecerlo, escribiendo sólo acciones, etcétera. Hablo de escritores que no pretenden plantear otra cosa que aquellos que relatan. Incluso hay algunos escritores argentinos que escriben así (Roberto Fontanarrosa, Guillermo Martínez), y resultan sorprendentes.











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