En Valencia conocí
a una mujer enferma de cáncer de pulmón que decía “mi cáncer se llama María
Jiménez”. María Jiménez era su nuera.
Siempre me asombró
que Beethoven fuera sordo y loco.
Sordo y loco.
¿Van juntas esas
dos cosas?
A medida que mi
sordera crece como una marea, escucho frases en los ruidos. Se me cae un táper
y dice “I got it”.
Se enciende la
heladera y dice “ya que está parada”.
Se apaga la
computadora y exhala un “¿qué hora son?”
En la calle los
autos dicen todo tipos de cosas, “¡qué tren!”, “¡decilo vos!”, “¡it’s noon!”
¿Podría ser que el
día que deje de escuchar a alguien, esa persona ya empiece a ser otra, hasta
que sea completamente otra, hasta que no tenga más relación con ella?
¿Podría ser que el
aislamiento que causa la sordera sea real?
Me aterra pensar
que ya no está más junto a mí quien habría de estar para siempre.
Mi tía Tita en sus
últimos años le decía Irma a mi mamá (Irma había muerto). Todos los que tuvo al
lado estaban ya del otro lado.
Quizás desde allá
le mandaban mensajes cifrados en los ruidos que hacen las cosas.
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