Hablamos del Premio Nobel. Borges está hoy mejor inclinado hacia Juan Ramón Jiménez. «Qué bien lo que dijo: “El Premio Nobel me llena de tristeza. Mi mujer está muy enferma”. Qué bien que dijera una frase llana; “me llena de tristeza”. Todo se hubiera ido al diablo si hubiera procedido como escritor y si hubiera dicho “me puebla de tristezas” o algo así». Borges recuerda que hablaba mal de casi todos sus compatriotas: «Decía: “No se podía visitar a Pérez de Ayala. Tenía la casa adornada con jamones y chorizos”, o: “No se podía visitar a Azorín. Tenía en la mesa de luz un cenicero con un Quijote de metal, de cincuenta centímetros de alto”, o: “En casa de Antonio Machado no pude sentarme en la silla que éste me ofrecía porque en ella había quedado olvidado, de varios días probablemente, un huevo frito”». Hoy murió Zenobia, la mujer de Jiménez.
1956. Sábado, 27 de octubre.
Del diario Borges, de A. Bioy Casares
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