martes, 17 de agosto de 2010

Trop petit

Hemos inventado esa miseria de la originalidad del autor individual. Pura tensa tozudez de brutos. A los orientales, a nadie más, le interesa esta obstinación.

No puedo pensar algo sobre los viejos que no haya escuchado mil veces, lo cual me alegra.

Le pido a mi madre que me explique por qué las viejas se llenan de gatos, aclarándole que le pregunto primero, porque ella se ha hecho vieja; segundo, porque está llena de gatos y tercero, porque aún tiene lucidez para observar objetivamente las circunstancias de su vida.
Me responde que los viejos buscan la compañía de los gatos porque las personas con quienes los unía el afecto los abandonan.
Algo de razón tiene. Yo agregaría la fuerza criadora que posiblemente sigue intacta en los viejos. Ella, que es particularmente potente, ha adoptado no sólo a los gatos, sino a todo lo que pasa cerca: perros, loros, hija, yerno, nietos, hermana. La pulsión adoptadora de mi madre es imparable. Es como la vida, llegaría a matarla, o a matar a otros, incluso a sus adoptados, por perpetrar su objetivo de adoptar más y más.

Hablamos con mi madre de la miserabilidad de los viejos. “Todos los viejos son miserables”, me dijo. Mi madre siempre nos ha hecho reír con su gracias y su violenta frontalidad.
Pensé en la miserabilidad como parte del encogimiento del mundo de los viejos. Dice Jacques Brel: “su mundo es lo más pequeño, de la cama a la ventana, de la cama al sillón, luego de la cama a la cama”.

Los últimos días me estuve reprochando el tamaño de mi mundo. Empecé a observar el tamaño del mundo de diferentes personas. Me pregunto si es posible cambiar el tamaño del mundo que uno se construye y cómo.

http://www.youtube.com/watch?v=Gy-Y6DudhY0

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