Intento traducir lo que me dijo hace unos años don Sixto, minero de Potosí.
Se me hace que por ahí no
hace tanta falta mirar fijo hasta quedarse bizco. A lo mejor hay que fijarse
menos, largar la mirada hacia allí, digamos hacia el sur en vez del norte, y a
ver qué pasa. Si hay algo interesante, con el tiempo va a saltar solito y los
ojos lo van a ver.
A los lugares, con ir
alcanza. Andar inventando “actividades”, “rutinas”, es vicio nomás. Hay que
permitirle al lugar que haga lo suyo, y permitirle al cuerpo que se deje
impresionar por el viento, los colores, la fuerza, los olores del lugar.
A veces, cuando uno no
sabe cómo decir, alcanza con abrir la boca. Los pensamientos que ya hemos
tenido nos ponen las palabras.
Con las personas, a lo
mejor no hay más que arrimarse. Así, arrimados, si tiene que armarse algo, se arma.
No es necesario forzar las cosas. Para qué, si se van a dar. Y si no se dan, es
que no están, y entonces empujar es al pedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario