viernes, 8 de febrero de 2013

Cambio de piel




El año del Dragón fue maravillosamente tempestuoso, encantadoramente revolucionario e imparablemente conmovedor. El dragón se despide, agotado por sí mismo, y llega el año de la Serpiente, año lunar 4711 para los chinos. La impronta de la serpiente tiene poco que ver con la del Dragón: su dominio es el de una sabiduría instintiva y ancestral, una habilidad magnética que actúa desde la quietud. Es tiempo de confiar en el poder de lo que uno ya es y cosechó. Será en vano, hasta necio, agitarse para cambiar las cosas. La continuidad con el Dragón está dada porque la Serpiente también es kármica, lo que significa que ésta es su última reencarnación. Cada día es el último, cada instante es un tesoro. Quienes mejor entiendan esto, por otro lado, correrán el riesgo de enfatizar su lado posesivo, territorial, celoso. Así es el zodíaco chino, una de ying, una de yang.