lunes, 10 de febrero de 2014

Samantha y Theodore (crítica de Her, de Spike Jonze)


Her trata sobre varios temas. Uno de ellos es el enamoramiento. En el caso puntual de esta historia, ubicada en un futuro creo que muy próximo, entre un hombre y un OS, un sistema operativo.

Samantha se presenta como una mujercita como cualquier otra. No por ser un OS es superior o especial o monstruosa de cualquier forma. Sufre emotivamente como cualquier chica de barrio cuando Theodore la somete a la confusión espiritual a la que ha sometido a mujeres reales.
En eso se parece a la Khari de Solaris, quien no tiene conciencia de que es un ser creado por el planeta más misterioso con el que entró en contacto la Humanidad.
Las dos en algún momento están preguntándose “¿qué me pasa?”
Samantha incluso parece una chica enchapada a la antigua. Está al servicio de su hombre, existe para arreglarle la vida. Como decía una de mis tías: “las muchachas de ahora ya no saben servir al hombre. El marido llega de trabajar, necesita que la casa esté hermosa, que la mujer esté hermosa, que los chicos estén bien: demasiados problemas tiene en el trabajo para además tener problemas en su casa. La mujer debe armarlo, apoyarlo en todo, darle seguridad en sí mismo, estar orgullosa de él”. Todo eso es lo que Samantha hace por Theodore.

A Kris, el psicólogo de Solaris, al fin no le importa en absoluto que Khari no sea “real”, aquella que murió y en la que fue inspirada quien tiene al lado. La relación de ellos es más importante que la condición de real de ella. Se ha visto a un hombre que podría elegir casi cualquier mujer del mundo, comprometido con una mujer contrahecha, casi fuera de los límites de lo humano. La mujer, además, lo destrata, lo tortura. Pudiendo simplemente darse vuelta y alejarse de ella, ¿por qué él se queda? ¿Qué pasa entre ellos?
El tema es ese: qué pasa entre ellos. Todas las reglas del amor entre humanos funcionan perfectamente entre el galán y su adefesio, y también entre Samantha y Theodore. El que ella sea un OS es un accidente menor, fácilmente superable, como lo sería para una mujer quien siempre salió con caucásicos, un día salir con un negro. Será un asunto, sí, pero de importancia despreciable en comparación con lo que realmente pasa entre ellos dos.
No tiene ninguna importancia que Samantha no tenga un cuerpo físico, como no lo tiene en muchos amores que se han armado por la web o en la mayoría de los amores epistolarios entre presos y personas libres.

Esto es un corolario de que Jonze se haya animado a meterse en ese terreno al que los directores suelen huirle: qué hay dentro del amor. Qué es lo que realmente sucede entre Samantha y Theodore.

Jonze hace de Samantha un SO para poner en cuestión qué relevancia tiene la “realidad” de las personas, frente a la historia que pueden armar.

El tema es qué hay dentro del amor. Qué le pasa a una persona que otra le gusta tanto, que la hace sentir tan bien, que se hace adicta a ella; qué le pasa a la otra, qué se arma entre ellas.
La industria del cine de Hollywood no se mete mucho con este asunto demasiado complicado. Encaja el amor en alguno de los estereotipos que funcionan en el código Hollywood y así lo mete dentro de una historia.
En contraste hay películas muy excéntricas de Hollywood ya sea en Europa, como Solaris, o dentro del territorio norteamericano, como Fool for love.
Sam Shepard ha sido un hombre sin miedo. Eddie y May están trastornados en Fool for love. Apenas están juntos se hacen un entrevero, un amasijo que se va tensando en su necesidad de condensarse más y más, porque necesitan meterse uno dentro del otro uno dentro del otro, hasta que la tensión se hace insoportable, se pelean, se castigan, se torturan y al fin explotan y uno de los dos sale disparado. El otro queda aliviado un rato. Un rato, y entonces ya se siente extraño, luego solo, angustiado, desesperado y ya corre detrás del que se fue.
Una y otra vez. Una y otra vez.
No se separan, se arrancan uno de otro. Algo han hecho, algo ha sucedido que se han fundido de tal manera que ya no es posible apartar a ella de él sin que una pierna suya queda en él, o él de ella sin que la mitad de la cabeza de él quede pegada a ella. Y ¿qué es eso que han hecho, que sucedió? Es algo que prescinde de ellos, es más real que ellos, aunque no pueda existir sin la realidad de ellos.
Shepard lo explica con esta parábola: comenzaron a amarse como dos adolescentes cualesquiera, pero un día supieron que eran medio hermanos. Se evoca el mito del andrógino que Aristófanes explaya en El banquete, según el cual en una época el mundo estaba habitado por seres dobles, mitad hombre y mitad mujer, hasta que Zeus los separó. Desde entonces cada mitad desespera por reencontrar a su otra mitad correspondiente.


La realidad del amor, finalmente, evidencia en Her el revolucionario cambio de estado de las más elementales instituciones sociales. A los nuevos etnógrafos les han fascinado aquellos primitivos de la actualidad que cambiaban de nombre varias veces en su vida. Eran etnógrafos hechos en Occidente, en una época en que las cosas son monolíticas y para siempre; la posibilidad de que el yo derivado del nombre mutara resultaba una amenaza fascinante. Les permitía asomarse al abismo de la metamorfosis permanente, en la que nada es definitivo, ni estable, ni quieto. Desde una realidad sólida se asomaban a un estado líquido. A ese mismo borde nos asoma Her. Ser hombre, mujer, etc., deja de ser definitorio en el sentido de igual a sí mismo para siempre, desde que es transitorio. Las parejas son transitorias y por tanto se vuelven indefinido el estado civil, e indefinida su estructura. Incluso ser padre o ser hijo dejan de ser bastiones inconmovibles, porque un padre sanguíneo puede no tener contacto con un hijo, quien ha sido criado por un padre con quien no tiene lazo biológico, y entonces lo que antes era el sustantivo, Sustantivo, Padre ahora es verbo, es ser Padre mientras se hace, se ejerce la paternidad. 

Para otra nota queda el tema de los programadores, instalados ya como creadores de la realidad, según lo postularon los Wachowsky y lo pensé en ESTA entrada.




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