Edward Snowden tiene 35 años. ¿Tenemos en foco al personaje?
Hace cinco años, luego de descollar como hacker en la CIA y
en la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos le explicó a la prensa
cómo su Gobierno vigila a través de la telefonía y de internet a cada
norteamericano y a gente de toda Europa y América Latina.
Desde entonces está refugiado en Rusia.
“El terrorismo es nada más que una excusa. De lo que
realmente se trata es del control económico y social”, le hace decir Oliver
Stone en el thriller que se puede ver en Netflix.
¿Qué? ¿No sabíamos que nos vigilan, que registran cada
palabra, video, audio, foto que mandamos por correo electrónico, por Whatsapp, Facebook,
Instagram, en un comentario en cualquier página, o que pondemos en cualquier
buscador, subimos en un blog, lo que sea?
El caso fue especialmente escandaloso en Estados Unidos
donde el fetiche del derecho individual
es sagrado.
En las colonias asumimos un poco más frontalmente que somos
colonizados.
Incluso nos indigna pero tampoco nos sorprende que los
imperios no sólo nos espíen sino que tengan dispositivos para producir apagones
masivos. Eso reveló Snowden también, seis años antes de los apagones en
Venezuela.
En la coyuntura argentina, el tema está caliente por el caso
D’Alessio y sus ramificaciones, que llegan más y más lejos cada día que el juez
Ramos Padilla da un paso en la investigación. Aquella información, “privada”, como
la que el Gobierno de Estados Unidos espía ilegalmente es la que vienen usando funcionarios
y políticos para incriminar a otros.
En otra escala y menos cibernético, tenemos a Iósi, el espía
de la Policía Federal que infiltró a la comunidad judía desde fines de los 80 y
durante toda la década de los 90. Arrepentido, también buscó periodistas —en su
caso a Miriam Lewin y Horacio Lutzky— para revelarles todo.
Los periodistas a los que recurrió Snowden, Ewen MacAskill y
Alan Rusbridger, fueron entrevistados por Pedro Brieger en 2015 en un especial
para analizar “El mundo después de
Snowden”. Lujos que se daba la TV Pública en épocas de la presidencia de
Cristina Fernández de Kirchner.
La cuestión no es sólo la violación del derecho a preservar la
intimidad de los ciudadanos, las empresas, las asociaciones civiles, los gobiernos,
sino la concentración del poder en el contubernio del Estado y las grandes
compañías que controlan las comunicaciones.
Lo que el caso Snowden pone sobre el tapete (sea la que fuere
la motivación del muchacho para hacer lo que hizo), es que no hay lugar para
voces que contribuyan a la creación de otro sentido común.
En aquel 2015 CFK se reunió con Snowden en Rusia, según
informó el Buenos Aires Herald, alertado de la reunión por Anthony Romero, director
ejecutivo de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU).
A principios de abril, poco antes del viaje, había trascendido
que el Reino Unido realizó una fuerte actividad de espionaje sobre Argentina, con
el pretexto de prever que nuestro país volviera a intentar la recuperación de las
Malvinas.
La
Nación informó que documentos filtrados por Snowden demostraban que el país
europeo identificaba a aquel gobierno peronista con Irán.
En julio de 2013, Francia, Portugal, Italia y España negaron
el aterrizaje del avión del presidente boliviano Evo Morales, que volaba desde
Moscú hacia La Paz, por sospechar que Snowden viajaba a bordo.
¿Y China? Los Estados Unidos de Donald Trump, donde Snowden
probó que las agencias de espionaje sobre ajenos y propios trabajaron
articuladas con YouTube, Verizon, Google, Skype, Microsoft, Yahoo, acusan al “régimen”
comunista de espiar a todos el mundo a través de sus empresas de comunicación,
básicamente Huawei.
De paso, acusan a CFK de permitirle China, como resultado de
negociados, poner en Neuquén una base de espionaje.
En enero de este año, el New
York Times decía que el Gobierno norteamericano “sostiene que el mundo está embarcado
en una nueva carrera de armamentos —que involucra a la tecnología en lugar de las
armas convencionales, pero que representa un gran peligro para la seguridad
nacional de Estados Unidos. En una época en la que las armas más
poderosas, además de las armas nucleares, están controladas desde el ciberespacio,
el país que domine la 5G obtendrá una ventaja económica, de inteligencia y
militar durante gran parte de este siglo.”
Esta aclaración fue ofrecida a propósito de la difusión de
países a los que Estados Unidos estaría presionando para que no contraten a la
china Huawei, de la que se teme que vaya a controlar gran parte del mercado
mundial del 5G.
Escenario abierto, también este, para las elecciones
presidenciales de resultado desconcertantemente impredecible. Los Kirchner no se
reprimieron a la hora de hacer negocios con China. En sus mandatos la relación
se consolidó y se estableció como “alianza estratégica”. Una continuación del
gobierno de Mauricio Macri garantizaría el bloqueo a Huawei, pero un eventual
triunfo de CFK podría significar un contrato con Huawei para la instalación de
redes 5G.
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