sábado, 20 de abril de 2019

Carta Política del Día - Snowden, desde la colonia




Edward Snowden tiene 35 años. ¿Tenemos en foco al personaje?

Hace cinco años, luego de descollar como hacker en la CIA y en la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos le explicó a la prensa cómo su Gobierno vigila a través de la telefonía y de internet a cada norteamericano y a gente de toda Europa y América Latina.
Desde entonces está refugiado en Rusia.

“El terrorismo es nada más que una excusa. De lo que realmente se trata es del control económico y social”, le hace decir Oliver Stone en el thriller que se puede ver en Netflix.

¿Qué? ¿No sabíamos que nos vigilan, que registran cada palabra, video, audio, foto que mandamos por correo electrónico, por Whatsapp, Facebook, Instagram, en un comentario en cualquier página, o que pondemos en cualquier buscador, subimos en un blog, lo que sea?
El caso fue especialmente escandaloso en Estados Unidos donde el fetiche del derecho individual es sagrado.
En las colonias asumimos un poco más frontalmente que somos colonizados.
Incluso nos indigna pero tampoco nos sorprende que los imperios no sólo nos espíen sino que tengan dispositivos para producir apagones masivos. Eso reveló Snowden también, seis años antes de los apagones en Venezuela.

En la coyuntura argentina, el tema está caliente por el caso D’Alessio y sus ramificaciones, que llegan más y más lejos cada día que el juez Ramos Padilla da un paso en la investigación. Aquella información, “privada”, como la que el Gobierno de Estados Unidos espía ilegalmente es la que vienen usando funcionarios y políticos para incriminar a otros.

En otra escala y menos cibernético, tenemos a Iósi, el espía de la Policía Federal que infiltró a la comunidad judía desde fines de los 80 y durante toda la década de los 90. Arrepentido, también buscó periodistas —en su caso a Miriam Lewin y Horacio Lutzky— para revelarles todo.

Los periodistas a los que recurrió Snowden, Ewen MacAskill y Alan Rusbridger, fueron entrevistados por Pedro Brieger en 2015 en un especial para analizar “El mundo después de Snowden”. Lujos que se daba la TV Pública en épocas de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner.

La cuestión no es sólo la violación del derecho a preservar la intimidad de los ciudadanos, las empresas, las asociaciones civiles, los gobiernos, sino la concentración del poder en el contubernio del Estado y las grandes compañías que controlan las comunicaciones.
Lo que el caso Snowden pone sobre el tapete (sea la que fuere la motivación del muchacho para hacer lo que hizo), es que no hay lugar para voces que contribuyan a la creación de otro sentido común.

En aquel 2015 CFK se reunió con Snowden en Rusia, según informó el Buenos Aires Herald, alertado de la reunión por Anthony Romero, director ejecutivo de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU).

A principios de abril, poco antes del viaje, había trascendido que el Reino Unido realizó una fuerte actividad de espionaje sobre Argentina, con el pretexto de prever que nuestro país volviera a intentar la recuperación de las Malvinas.
La Nación informó que documentos filtrados por Snowden demostraban que el país europeo identificaba a aquel gobierno peronista con Irán.

En julio de 2013, Francia, Portugal, Italia y España negaron el aterrizaje del avión del presidente boliviano Evo Morales, que volaba desde Moscú hacia La Paz, por sospechar que Snowden viajaba a bordo.

¿Y China? Los Estados Unidos de Donald Trump, donde Snowden probó que las agencias de espionaje sobre ajenos y propios trabajaron articuladas con YouTube, Verizon, Google, Skype, Microsoft, Yahoo, acusan al “régimen” comunista de espiar a todos el mundo a través de sus empresas de comunicación, básicamente Huawei.

De paso, acusan a CFK de permitirle China, como resultado de negociados, poner en Neuquén una base de espionaje.

En enero de este año, el New York Times decía que el Gobierno norteamericano “sostiene que el mundo está embarcado en una nueva carrera de armamentos —que involucra a la tecnología en lugar de las armas convencionales, pero que representa un gran peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos. En una época en la que las armas más poderosas, además de las armas nucleares, están controladas desde el ciberespacio, el país que domine la 5G obtendrá una ventaja económica, de inteligencia y militar durante gran parte de este siglo.

Esta aclaración fue ofrecida a propósito de la difusión de países a los que Estados Unidos estaría presionando para que no contraten a la china Huawei, de la que se teme que vaya a controlar gran parte del mercado mundial del 5G.

Escenario abierto, también este, para las elecciones presidenciales de resultado desconcertantemente impredecible. Los Kirchner no se reprimieron a la hora de hacer negocios con China. En sus mandatos la relación se consolidó y se estableció como “alianza estratégica”. Una continuación del gobierno de Mauricio Macri garantizaría el bloqueo a Huawei, pero un eventual triunfo de CFK podría significar un contrato con Huawei para la instalación de redes 5G.







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