viernes, 19 de abril de 2019

Una pedagogía primitiva





¿Quién dice que alguien está capacitado para enseñar?

El Estado, a través de su ministerio de Educación, que se fundamenta en los pedagogos. Estos son quienes disponen de largas tradiciones, o sea que concentran lo que han investigado, probado, aplicado miles de pedagogos durante siglos, sobre las mejores maneras de capacitar a quienes tienen la función de enseñar.
Por tanto, son quienes diseñan, implementan y supervisan los modos de certificar si alguien está o no capacitado para enseñar.

Claro que el Estado es un aparato de democracia cuestionable, desde que es la organización de los sectores dominantes para ejercer su hegemonía sobre toda la sociedad.

Es cierto que esta situación no es estática, y que el Estado es también escenario de la lucha de clases. Pero en nuestra sociedad los poderosos van ganando por goleada, y usan al Estado en beneficio de sus intereses de un modo calamitoso.

Es así que al Estado no le gusta que haya gente que enseñe sin que el Estado haya certificado su capacidad.

Así las cosas, la educación no controlada por el Estado puede no obedecer a los intereses de los sectores hegemónicos, pero también puede no beneficiarse de los pedagogos y otros recursos del Estado.

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Daniel practicó Yoga muchos años y ahora es instructor.

Marta enseña Acupuntura.

Claudia enseña Tai Chi.

Alfredo enseña a preparar Flores de Bach.

Camila da clases de Qigong.

Sebastián da un curso de Masaje Tailandés.

¿Cómo aprendieron a enseñar esas disciplinas?

Los pedagogos oficiales se espantan cuando comprueban el modo en que los maestros de Daniel, Marta, etc., les enseñaron a enseñar.

¿Manifiestan Claudia, Alfredo, etc., sus inquietudes respecto a su formación como educadores?
Quizás sí, quizás no, y quizás no porque: 1) para ellos el Tai Chi, las Flores de Bach, etc., hacen muy bien, y por tanto desean promoverlas, 2) no hay capacitación oficial para formadores y 3) la actividad es parte de la fórmula de sus ingresos.

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En fin, nada más esta consideración.

Creo que Camila, Sebastián, etc., deberían tener en cuenta esto, tanto como es mejor que los pedagogos oficiales comprendan que están metidos en una lucha y que son empleados por el que va ganando, o sea, que explota al resto de la sociedad.

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En lo práctico y en lo personal, la forma en que han intentado enseñarme Qigong, Masaje tailandés, etc., no me ha ayudado mucho a aprender. Mis instructores eran practicantes avezados, pero no eran tan buenos enseñando.

Por ejemplo, me daban más instrucciones de las que podía absorber mi mente.

Me llenaban de información que no tenía ninguna utilidad para lo que me estaban enseñando, incluida una alta dosis de verdades muy sabias y misteriosas, del tipo "el sol alinea la energía".

A veces no comprendían mis tiempos.

Algunos eran autoritarios.

Otros no daban lugar a que yo preguntara, o respondían muy mal mis preguntas, con respuestas mal fundamentadas, o inventadas en el momento, o que yo debía aceptar sólo porque ellos mis instructores.

He sentido que algunos de los que me han tocado —sólo algunos, no todos, ni la mayoría—, no teniendo una tradición pedagógica firme para la capacitación de formadores, pero debiendo presentarse como tales, apelaron a lo que tenían a mano, básicamente las creencias que se adquieren en la escuela primaria o secundaria sobre cómo es ser maestro.

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No quiero despotricar contra ninguno de mis instructores, sólo deseo dar mi parecer de que en toda situación de aprender algo podemos retroceder a la pedagogía más básica, que resulta más sana que la forzada pretensión de ser algo que no se es.

Esa pedagogía primitiva es la pura imitación.

Me lo enseñó Daniel Vera, que es un formidable maestro de Kung Fu.

Es: "mirame y hacé lo mismo".

Con el tiempo, el maestro puede corregir esto o aquello.

Con el tiempo. Porque ¿qué apuro hay?

Más importante que el alumno haga todo perfecto es que haga suyo. Ya habrá tiempo de perfeccionar.

Y con el tiempo, recibir las preguntas. Si se sabe una respuesta, se responde, y si no, se busca una respuesta junto al alumno. ¿Cuál es la necesidad de ser el maestro que lo sabe todo?

Es más, ¿cuál es la necesidad de la autoridad?

El maestro es alguien que está enseñando lo que hace. Debe hacerlo de modo que los alumnos pueden imitarlo y hacer suyo el ejercicio.

Lo demás responde a otros objetivos diferentes del aprendizaje por parte del alumno.





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