¿Quién dice que alguien está capacitado para enseñar?
El Estado, a través de su ministerio de Educación, que se
fundamenta en los pedagogos. Estos son quienes disponen de largas tradiciones,
o sea que concentran lo que han investigado, probado, aplicado miles de
pedagogos durante siglos, sobre las mejores maneras de capacitar a quienes
tienen la función de enseñar.
Por tanto, son quienes diseñan, implementan y supervisan los
modos de certificar si alguien está o no capacitado para enseñar.
Claro que el Estado es un aparato de democracia
cuestionable, desde que es la organización de los sectores dominantes para
ejercer su hegemonía sobre toda la sociedad.
Es cierto que esta situación no es estática, y que el Estado
es también escenario de la lucha de clases. Pero en nuestra sociedad los
poderosos van ganando por goleada, y usan al Estado en beneficio de sus
intereses de un modo calamitoso.
Es así que al Estado no le gusta que haya gente que enseñe
sin que el Estado haya certificado su capacidad.
Así las cosas, la educación no controlada por el Estado
puede no obedecer a los intereses de los sectores hegemónicos, pero también
puede no beneficiarse de los pedagogos y otros recursos del Estado.
* * *
Daniel practicó Yoga muchos años y ahora es instructor.
Marta enseña Acupuntura.
Claudia enseña Tai Chi.
Alfredo enseña a preparar Flores de Bach.
Camila da clases de Qigong.
Sebastián da un curso de Masaje Tailandés.
¿Cómo aprendieron a enseñar esas disciplinas?
Los pedagogos oficiales se espantan cuando comprueban el
modo en que los maestros de Daniel, Marta, etc., les enseñaron a enseñar.
¿Manifiestan Claudia, Alfredo, etc., sus inquietudes
respecto a su formación como educadores?
Quizás sí, quizás no, y quizás no porque: 1) para ellos el Tai
Chi, las Flores de Bach, etc., hacen muy bien, y por tanto desean promoverlas,
2) no hay capacitación oficial para formadores y 3) la actividad es parte de la
fórmula de sus ingresos.
* * *
En fin, nada más esta consideración.
Creo que Camila, Sebastián, etc., deberían tener en cuenta
esto, tanto como es mejor que los pedagogos oficiales comprendan que están
metidos en una lucha y que son empleados por el que va ganando, o sea, que
explota al resto de la sociedad.
* * *
En lo práctico y en lo personal, la forma en que han
intentado enseñarme Qigong, Masaje tailandés, etc., no me ha ayudado mucho a
aprender. Mis instructores eran practicantes avezados, pero no eran tan buenos
enseñando.
Por ejemplo, me daban más instrucciones de las que podía
absorber mi mente.
Me llenaban de información que no tenía ninguna utilidad para
lo que me estaban enseñando, incluida una alta dosis de verdades muy sabias y
misteriosas, del tipo "el sol alinea la energía".
A veces no comprendían mis tiempos.
Algunos eran autoritarios.
Otros no daban lugar a que yo preguntara, o respondían muy
mal mis preguntas, con respuestas mal fundamentadas, o inventadas en el
momento, o que yo debía aceptar sólo porque ellos mis instructores.
He sentido que algunos de los que me han tocado —sólo
algunos, no todos, ni la mayoría—, no teniendo una tradición pedagógica firme
para la capacitación de formadores, pero debiendo presentarse como tales, apelaron
a lo que tenían a mano, básicamente las creencias que se adquieren en la
escuela primaria o secundaria sobre cómo es ser maestro.
* * *
No quiero despotricar contra ninguno de mis instructores,
sólo deseo dar mi parecer de que en toda situación de aprender algo podemos
retroceder a la pedagogía más básica,
que resulta más sana que la forzada pretensión de ser algo que no se es.
Esa pedagogía primitiva es la pura imitación.
Me lo enseñó Daniel
Vera, que es un formidable maestro de Kung Fu.
Es: "mirame y hacé lo mismo".
Con el tiempo, el maestro puede corregir esto o aquello.
Con el tiempo. Porque ¿qué apuro hay?
Más importante que el alumno haga todo perfecto es que haga suyo.
Ya habrá tiempo de perfeccionar.
Y con el tiempo, recibir las preguntas. Si se sabe una
respuesta, se responde, y si no, se busca una respuesta junto al alumno. ¿Cuál
es la necesidad de ser el maestro que lo sabe todo?
Es más, ¿cuál es la necesidad de la autoridad?
El maestro es alguien que está enseñando lo que hace. Debe
hacerlo de modo que los alumnos pueden imitarlo y hacer suyo el ejercicio.
Lo demás responde a otros objetivos diferentes del
aprendizaje por parte del alumno.
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