La Patria es una entelequia perversa fabricada para que un conjunto de sociedades esparcidas por un territorio sientan una pertenencia común.
Se trata de una pertenencia ineludible, que otorga entidad, hace ser.
Una trama de poderosos parasita esa máquina llamada Patria y la alimenta de fanatismo para que el grueso de la población de la vida por ella.
Esos parásitos producen guerras que los benefician grandemente. Ni siquiera tienen que pagarle a los soldados para que vayan a matar y dejarse matar sin más beneficio que someterse a una ficción.
Los parásitos, en cambio, se benefician de muchas maneras. Ganan muchísimo con las guerras.
Malvinas fue un enorme episodio de la dictadura militar. Los chicos que fueron mandados a masacrar son víctimas de aquella dictadura inmunda, cuya peste diabólica sigue viva, enardecida desde el 2015.
Hola Gustavo, quiero escribir esto de la manera más transparente posible, para que no parezca que quiero lograr un golpe efecto aunque esté introducción pueda considerarse de esa manera.
ResponderEliminarEl razonamiento que está en la base del post es que una sociedad de extraños, ya sea que no compartan cercanía geográfica o que por alguna otra razón sean extraños entre sí, no puede tener un proceso genuino de unificación identitaria, incluso de arriba hacia abajo, sin que ese proceso se ha manejado por un grupo que tenga características oligárquicas en último término. Hasta este punto el razonamiento podríamos suponer que no es falso, sin embargo tiene otra dimensión en la que estás comparándolo con sociedades de no extraños en los cuales, se supone, su identidad no sería resultado de un proceso unificado de producción y que emanaría del compartir por ejemplo cotidianidad y otro montón de otros cosas. Eso en tu razonamiento y en general se supone como algo positivo, verdadero y más humano que lo otro, lo cual es falso.
Sin ser ejemplo de bondad, la construcción de identidad por parte del peronismo cuando gobernó no produce una oligarquía, o mejor dicho no ha producido una oligarquía, o considerándolo al revés no ha sido producto de una oligarquía (o al menos una sola en toda su historia). Es opinable pero no hemos elaborado la identidad de una manera excluyente, podemos ser omnipresentes pero nunca hemos llegado a construir una hegemonía, considerando los hechos históricos...
Por otro lado no puede de considerarse a las sociedades premodernas como ejemplos de igualdad y espontaneidad cultural identitaria y democrática a priori sin hacerlo arriesgo de ignorar la evidencia.
Por último quería mencionar algo que sobre lo que no tengo ideas formadas especiales, en la globalización la idea de nación no tiene un destino prefijado es decir no vemos resultados semejantes a lo largo del planeta por decirlo de una manera. Con el paso del tiempo se verá que es lo que ocurrirá finalmente. Sin embargo lo que sí podemos decir es que podemos caracterizar sin lugar a dudas a la globalización como un sistema oligárquico, con una cúspide cada vez más pequeña.
Saludos Emilio