jueves, 26 de enero de 2023

Temporada de conejos

Ya entramos en el Año del Conejo. 

No tiene número.

(Eso de 4721 es un bolazo como chaufan, chaumien, chopsuey y el mago Fu Manchu).

¿Que preferimos de un año, que sea un número o un animal?

Para los chinos nunca es esto o aquello, siempre es esto y aquello.

¿Por qué tener sólo un dios, si podemos tener infinitos dioses?

¿Por qué sólo un calendario, si podemos tener dos?

El calendario lunar, el de los animales, es atávico, primitivo, pone en el presente mundos con tótems, leyendas, supersticiones.

La revolución cultural intentó destruirlo y no pudo.

Siendo mucho más viejo que el mundo moderno importado de Europa, es menos brutal, menos eficiente, más sabio y más hermoso. La fantasía tiene permiso de penetrar en la realidad, y entonces todo se hace más interesante y abierto.

 

En fin, aquí estamos, temporada de conejo.

Animal presa, su percepción, su susto, su conciencia y su valoración de la vida son extremos.

La conciencia de la muerte que tiene el Conejo es el lado salvaje que se despierta en cualquiera que corre el riesgo de muerte.

Ese será el sino de los meses que tenemos por delante.

Lo primero es mantenernos vivos.

Lo segundo disfrutar delicada e intensamente que estamos vivos.

La armonía es el arma de supervivencia del Conejo.

La armonía china: todo en orden y cada elemento cumpliendo su función, de modo que se logra un concierto eficaz para estar vivo, y ese concierto es bello.

Lo eficaz resulta bello.

La belleza es resultado de la eficacia.

Cueste lo que cueste. Todo precio está justificado para poder vivir.

Y cuando se vive, se goza la vida con deleite infinito.

A gozar, entonces, queridos conejos.

Nada de correrle la mujer al año.

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