En un sueño, entré por la ventana de la planta alta a
una casa en un barrio de chalets. Había una revolución. Todo era un caos, no
había gobierno, ya no había propiedad privada, todo se había subvertido. La
calles estaban desiertas, salvo cuando aparecían algunas personas corriendo. Yo
había andado todo el día y estaba agotado. Entré en un cuarto chiquito, con una
cama individual, un ropero y una silla, y me tiré a dormir. Desperté (siempre
dentro del sueño) en la última claridad del día, cuando ya nada se puede distinguir,
y había una persona sentada en la silla, vestida de negro y con la cara negra.
No me asusté, pero le pregunté quién era, y antes de que respondiera ya vi que
era el Demonio. Me dijo que no era malo, que en algún momento los hombres
tomaron su cara para ponerle imagen al Mal, pero él no tenía la culpa. Su tono
de voz apacible me convenció y charlamos agradablemente durante un largo rato,
hasta que volví a dormirme.
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